«Lo de Melilla ha sido una infamia»

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define la palabra ‘infamia’ como ‘descrédito, deshonra o cosa contra el buen nombre y fama’. Servida la definición, permítanme referirme a lo sucedido en Melilla con dicha palabra: terreno de juego, partido, sistema e imagen del Málaga infames. A buen seguro que, a lo largo de la historia del Málaga, tanto bajo la denominación de Club Deportivo como de Club de Fútbol, sus jugadores han tenido que sufrir terrenos de juego más propios para la siembra de patatas que para jugar al fútbol. No puedo entender como la Real Federación Española de Fútbol permite a uno de los equipos que forman parte de su liga, a la que le quiere dar carácter profesional, tener un terreno de juego así o, una vez dadas las circunstancias, la disputa de un partido. 

Para la RFEF, la ciudad de Melilla y para su club, el estado en el que se encuentra el Álvarez Claro es una infamia. Ahora bien, si usted querido lector, y dicho con todo el respeto, encuentra el estado del césped como la justificación para la derrota, ahórrese seguir leyendo este artículo de opinión. El partido realizado por el Málaga fue una auténtica infamia ante un Melilla, hundido en la tabla clasificatoria, que lucha por alcanzar la permanencia de forma desesperada. Ni un solo tiro a portería para un equipo que lucha por ascender, por sumar tres puntos que hubieran servido para recortar distancias con los dos de arriba (Castellón e Ibiza) que han demostrado que también son terrenales; y para mantener a raya a los perseguidores por la tercera plaza. 

Infames fueron los dos goles fallados por los delanteros del Melilla con todo a placer, para haber endosado un marcador más abultado al Málaga, como infames los errores malaguistas que propiciaron dichas ocasiones. Infame me pareció el sistema de juego empleado por Sergio Pellicer. Un día más, Roberto Fernández tuvo que pelearse contra toda la defensa contraria más solo que Robinson Crusoe o Tom Hanks en la película El Náufrago. Un candidato al ascenso frente a uno de los colistas, con solo un delantero en el campo y con Dioni en el banquillo y a su lado, Avilés, al que calificaré como el falso ‘9’ porque, por más que nos quiera hacer creer el director deportivo, Loren Juarros, el jugador cedido por el Leganés no es ariete aunque lleve el dorsal 9 en su camiseta. 

Por otra parte, no puedo entender como Pellicer esperó más de una hora para dar entrada a Dioni y que este adoptara el papel de ‘Jueves’ o ‘Sr. Wilson’ para hacer compañía a Roberto. Infame me pareció la imagen de los jugadores del Málaga teniendo que atravesar la pista de atletismo para hacer labores de recogepelotas, poniendo en riesgo su integridad física al tener que correr sobre el tartán con las botas de tacos. No es menos cierto que verlos perseguir el balón fuera de las dimensiones del patatal del Álvarez Claro, fue algo propio de la impotencia por el marcador adverso, junto a la pasividad de los chavales destinados a hacer de recogepelotas. 

Por último, y dejando a un lado el partido en Melilla, presuntos infames resultan son Al-Thani y sus tres hijos (Nayef, Nasser y Rakan), además de Moayad Shatat, Vicente Casado, Manuel Novo, Joaquín Jofre y Roberto Cano, según las conclusiones de la instrucción realizada por la jueza María de los Ángeles Ruiz. Apropiación indebida, administración desleal e imposición de acuerdos abusivos se le imputan a los reseñados. Tras leer la instrucción realizada por Su Señoría, tener que emplear la palabra ‘presunto’ resulta toda una Infamia. 

José Manuel Velasco 

Redactor Onda Cero Málaga