Sorprendió desde el inicio la titularidad de Adrián Niño ante el Cádiz CF después de apenas completar medio entrenamiento con el grupo en los tres días previos al choque. Todo a causa de una torcedura de tobillo. El ariete se infiltró para intentar calmar el dolor y llegar en las condiciones más óptimas posibles al duelo, pero su participación no pudo extenderse más allá de los primeros 30 minutos, cuando el tobillo de Niño dijo basta. El jugador tuvo que ser sustituido por Lobete y dejó un extraño mapa de calor, jugando en una posición poco habitual e inesperada para él desde su llegada al cuadro blanquiazul.

Durante la media hora que estuvo sobre el campo, en la que se le vio renqueante desde el inicio y con evidentes molestias. Más que su titularidad sorprendió en la posición que le utilizó Sergio Pellicer. Estando tan mermado, el roteño tuvo que recorrer muchos metros en la banda izquierda, sitio en el que le ubicó el de Nules en una especie de «extremo-falso carrilero». Con constantes esfuerzos defensivos y lejos de la doble punta que en principio se esperaba junto a Chupete. Apenas pudo recibir poco más allá del círculo central. Llama la atención la cantidad de veces que intervino en área propia, alrededores y en el costado zurdo.
«Ha tenido una torcedura, no creo que sea grave. Con la situación que teníamos, debíamos arriesgar. Si lo tienes en el banquillo y sale es un cambio que pierdes. Hemos sacrificado a Lobete para que Niño nos diera presencia. Sabiendo que podía pasar. Las circunstancias de la semana nos han llevado a cometer ese riesgo. Esperemos que se recupere pronto», decía Sergio Pellicer en la rueda de prensa posterior al partido sobre la decisión de alinearle como titular y su lesión.
Que Pellicer saque a Niño estando lesionado y sin entrenar, más que un error (que lo es), debe interpretarse como lo que es: que tiene nula confianza en los que tenía disponibles.