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@SuarezRMarca | Hay derrotas agridulces, que son aquellas en las que uno se deja todo y, aunque se pierda, no se puede reprochar nada. Pero incluso hay encuentros, como el Unicaja-CSKA, en los que se endulza el sabor viendo las consecuencias de haber caído derrotado. Y esa no es otra que la inclusión de los malagueños en el, a priori, grupo menos complicado del Top16.
Por si había alguna duda de que en Málaga podría darse un biscotto parecido al bochornoso final protagonizado por el Maccabi y el Darussafaka, Joan Plaza se encargó de acabar con cualquier sospecha con su intensidad en la banda, luego reflejada también en las ganas de sus jugadores por acabar la primera fase como líderes de grupo.
Durante los dos primeros cuartos, de la mano de Jackson y de Nedovic, y con el renacido Fran Vázquez -ya era hora-, el Unicaja volvió a demostrar potencial suficiente para competir de tú a tú con cualquier rival importante que no cuente un cinco alto. A pesar de la amenaza exterior de Vorontsevich, se le dan mejor a los malagueños defender a esos pivots que no a tipos de más de 2'10 de estatura.
Sin embargo, los moscovitas no podían permitirse el lujo de volver a perder con los de Plaza y el 46-42 con el se llegó al descanso les escoció lo suficiente como para cambiar brutalmente de ritmo ofensivo y de intensidad defensiva. Con la permisividad arbitral, todo hay que decirlo, los de Itoudis, comandados por De Colo, firmaron un memorable tercer cuarto en el que el Unicaja sólo pudo sumar 11 puntos por 23 de ellos (57-65).
Thomas tomó entonces el relevo anotador de sus compañeros, pero él solo no pudo con los triples de Kurbanov, el despertar de Freeland o la constante amenaza de un Teodosic más apagado de lo normal pero que siempre impone respeto. Al final, victoria fácil para el CSKA por 76-88 y una derrota más dulce que agria para un Unicaja que ha completado una sobresaliente primera fase. El Top 16 espera y esta temporada parece que suena bien.
Edwin Jackson intenta la canasta ante la amenazadora presencia de Higgins