@SuarezRMarca | No es fácil ser profeta en tu tierra. Y menos cuando llevas esperando ese momento 15 años. Las ganas de agradar lo antes posible y de corresponder al cariño recibido en tu regreso a casa pueden jugar muy malas pasadas, como le ha ocurrido a Dani Pacheco. Mala pretemporada, problemas físicos recurrentes y una falta de continuidad que no han hecho sino aumentar con el avance de la competición la ansiedad del de Pizarra, incapaz de exponer en el campo todo su talento. Que lo tiene y mucho.
Apenas una asistencia a Harper en la tercera jornada del campeonato, frente al Almería, y una excelsa segunda mitad en Mallorca habían sido lo único destacable del malaguista. Hasta que este domingo, cuando más lo necesitaba su equipo, Pacheco saltó al campo para mostrar algunas de sus virtudes y para certificar, con un poco de fortuna, el triunfo que devuelve al Málaga a la lucha por el ascenso directo, situado ahora a cuatro puntos.
Es el primer gol para el mediapunta, que tiene un gran valor sentimental. De ahí su celebración especial con el banquillo. “El ser de aquí, estar en casa… al cuerpo médico y utilleros los conozco desde pequeño y me animan cada día, celebrarlo con ellos era lo mejor", comentó antes de suspirar por el respiro que ha supuesto ganar en Tarragona. "Sabíamos que estábamos mirando los puestos que vienen detrás del playoff y es una victoria de mucha tranquilidad para coger confianza. Hemos tenido esa pizca de fortuna y nos llevamos mucha alegría porque había que sacar los tres puntos como fuera", explicó tras el encuentro, reconociendo que empezaban a mirar más hacia abajo que hacia arriba.