@Danielnz97 || Áxel Werner llegó en el mercado invernal al Málaga C.F. Meses convulsos y extraños los que había vivido el guardameta en la Sociedad Deportiva Huesca. Allí fue titular las primeras seis jornadas del campeonato. Pero los malos resultados, como el 8-2 en el Camp Nou, y algunos errores le condenaron al banquillo. Y solo la eliminatoria copera contra el Athletic Club, en la que recibió cuatro goles en cada partido, le hizo volver a ocupar la portería del conjunto oscense, que al final quedó en las manos de Santamaría, previo paso por Jovanovic.
En esas condiciones aterrizaba en la ciudad del sur. De ser titular en Primera a ser el tercer portero en un equipo de Segunda. Aun así, el argentino, que fue presentado junto a Brezancic, procedente también del Huesca -no ha disputado ningún minuto tampoco-, se mostró ilusionado en su presentación: "Nadie me dijo nada, vengo con las aspiraciones más altas. Entrenamiento tras entrenamiento, las posiciones y los puestos nos lo vamos ganando nosotros: los jugadores. Hay que intentar lograr la mayor importancia en el equipo, ese es el deber de todos los que estamos en el plantel".
Pero la realidad ha sido otra: ni siquiera la esperada. Werner vino porque Munir no iba a poder estar en los playoffs. Si Kieszek, destinado a ser el portero del Málaga a partir de la segunda semana de junio, sufría alguna circunstancia especial, ya sea una lesión, una sanción o cualquier otra, habría que echar mano del filial para los partidos decisivos. Eso hizo que Muñiz insistiera en la llegada de un tercer guardameta… por si acaso. Finalmente, el marroquí pudo jugar ante el Dépor, el polaco permaneció en el banquillo y el argentino, que se marcha virgen del club de Martiricos, fue a la grada.
"Orgulloso de todos ustedes. Siempre estarán en mi corazón. ¡Vamos, Málaga! Volveremos. Familia Malaguista", escribió este lunes Áxel Werner en su cuenta de Twitter para despedirse de sus ya ex compañeros de equipo.