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@JuanjeFernandez || Después de dos meses de tortura, en los que un equipo histórico de la Primera División del fútbol español como el Málaga se ha paseado por los puestos de descenso a Segunda B, el cuadro de Víctor Sánchez del Amo ha conseguido sacar la cabeza del pozo. Lo ha hecho con dos victorias que han desatado el optimismo entre una grada que ya empezaba a acostumbrarse a los malos ratos viendo a los suyos. Pero, ¿qué ha cambiado en estos partidos? El técnico malaguista ha leído la situación de su plantilla y el estilo de los blanquiazules ha sido otro distinto tanto en Riazor contra el Dépor como contra el Oviedo en La Rosaleda.
Víctor Sánchez del Amo retoca su libro de estilo para que su Málaga sea más redondo y homogéneo. Empezando por la posesión de la bola. El Málaga había llevado la voz cantante en casi todos los partidos que había disputado este curso. Sin ir más lejos, en la última derrota boquerona contra el Cádiz el Málaga acumuló en ciertos momentos del partido un 70% del balón. No fue el único partido en el que los malaguistas superaron al rival en esa faceta y se marcharon con las manos vacías en cuanto a puntos. Sin embargo, en los dos últimos triunfos, el equipo ha optado por un juego más directo y en el encuentro ganado en Riazor el Málaga cerró su partido con menos posesión de lo que llevamos de campaña, ni un 40%.
El esquema también ha cambiado. Aunque el Málaga se sigue apoyando en tres centrales para sacar el balón desde atrás, el equipo ha virado hacia un 1-4-4-2 que ha hecho que esté mucho más equilibrado. La figura de Antoñín ha sido clave para ello, ya que por primera vez Víctor ha encontrado al futbolista perfecto para acompañar a Sadiku en la punta de lanza sin partir a sus hombres. El doble pivote, todavía sin el lesionado Luis Muñoz, ha dado la consistencia defensiva que necesitaba a la pareja de centrales, que ahora están mucho menos expuestos.
El Málaga ya no es un equipo predecible. Los blanquiazules ahora juegan por las dos bandas en lugar de volcar su juego en la derecha, como lo hizo al principio de la competición. El destello del canterano Cristo ha equilibrado la balanza de un equipo que en las primeras jornadas atacaba por la izquierda en una de cada cinco posesiones. Pequeños cambios que hacen que ahora los malacitanos sean un equipo mucho más peligroso al que entre otras cosas, también ha comenzado a ver portería con más facilidad -cinco goles en tres partidos- para un total de once en trece jornadas.