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El fútbol suele gastar malas pasadas y si no que se lo pregunten a Víctor Valdés, de relevo natural de Iker Casillas a tratar de buscar un sitio en un club menor de la Premier.
Ignacio Camacho es, por derecho propio, el referente del Málaga CF desde hace varias temporadas. A Camacho le reservó Manuel Pellegrini los encuentros más complicados y frente a los rivales de mayor enjundia y el aragonés salió ileso, en muchas ocasiones haciéndole jugar desde el banquillo y rodeado de teóricos suplentes.
Al pulmón del centro del campo blanquiazul le tocó suplir al "amor platónico" del chileno, el francés Toulalan, en innumerables oportunidades y durante períodos extensos. Los partidos que firmó entonces fueron brillantes y su sociedad con el hoy bético Portillo, extraordinaria. Cuando llegaron las vacas flacas a la economía del club fue de las pocas estrellas que decidió quedarse para crecer y el año de Schuster en el banquillo emergió como un goleador fundamental para el equipo a balón parado.
La temporada pasada, su lesión fue determinante para el cuadro malacitano. De tocar Europa con la yema de los dedos a encadenar derrota tras derrota y perder toda probabilidad de hacerlo. Esta temporada aún no ha jugado y ya ven la dificultad para Javi Gracia de hacer funcionar la zona medular. Camacho, propiedad de un fondo de inversión y del Málaga CF, y por ese orden a la vista de los hechos recientes, es uno de los futbolistas con más caché de la plantilla. Una maldita y puñetera lesión lo ha apartado de los terrenos de juego durante demasiado tiempo.
Su otra casa, la atlética, que le quiso recuperar en diciembre como relevo de Mario Suárez, le echa de menos en el centro del campo esta temporada, y los malaguistas nos alegramos de que Gil Marín fuese timorato a la hora de poner los cuartos y ficharlo.
Ahora regresa un mito malaguista, CAMACHO. ¡Mucha suerte!, amigo.