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Era fundamental. La renovación de Javi Gracia hasta la temporada 2019 era el paso necesario para que después de varios años dando tumbos, desde la mitad de la última temporada de Pellegrini, el público de La Rosaleda, el club y la ciudad se hayan convencido que por fin el Málaga CF tiene un proyecto. Uno donde el navarro es pieza clave, no se consigue entender ya al equipo blanquiazul sin la figura de un entrenador que ha conseguido todo lo que se le puede pedir a un técnico de equipo humilde.
El Málaga de Gracia juega bien al fútbol. Además, lo hace con estilo de juego definido que a la vez es capaz de volverse camaleónico según el rival que tenga enfrente. Así hemos podido ver a los malaguistas tener el balón y moverlo rápido ante equipos como la Real Sociedad o el Getafe, pero también lo hemos visto presionar, robar pronto y salir a la contra con los grandes de la Liga como el Atlético, el Barça o el Real Madrid.
El equipo de Gracia también ha conseguido sacar canteranos de la tullida Academia, un proyecto enquistado que no termina de arrancar por culpa del dueño del club. Juanpi, Castillejo, el despegue de Juanmi, Ontiveros… Son claros ejemplos de que Gracia no mira el DNI a la hora de hacer una convocatoria.
Por fin la directiva, la dirección deportiva y la dirección técnica van de la mano. Algo tan importante como que el vestuario tenga un ambiente sano y de competitividad. Todo esto no hubiese sido posible con Vicente Casado y Husillos, es por eso que me alegro nuevamente de la salida de ambos. Toda la suerte del mundo para Javi Gracia, su suerte será la del Málaga y los malaguistas.