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Vaya por delante que con la racha de victorias con la que llegaba el Sporting de Gijón al estadio de La Rosaleda y siendo un rival directo, el empate podría darse por bueno en otras circunstancias. Sin embargo, el Málaga CF ha sido incapaz de ganar al Numancia, a la UD Las Palmas, al Extremadura, al Tenerife, a Osasuna, entre otros, y no sigo porque me da vergüenza ajena. Por lo que si un equipo quiere ascender no puede seguir perdiendo puntos en casa y debe convertir en un fortín su estadio, La Rosaleda en el caso de los malacitanos.
Pero sin gol, no hay paraíso, ni fútbol, ni nada de nada, señor Muñiz. Los malaguistas jugaron un poco mejor que en otras ocasiones y tuvieron la posesión del balón junto al dominio del envite durante la primera mitad, pero no fue suficiente. El absurdo e infantil error de Adrián en el penalti a favor de los rojiblancos facilitó mucho las cosas a los sportinguistas, que difrutaron de varias oportunidades de gol pero no estuvieron acertados.
En el cuadro costasoleño, la incapacidad para hacer gol y la inoperancia en ataque le sigue pasando factura y frente al cuadro asturiano no fue una excepción. Jugar peor al fútbol es difícil aunque sigo pensando que ascenderán de categoría. Si suman 21 puntos de aquí al final de la Liga 123 subirán directamente; o bien 14 puntos más a los actuales y asegurarán el playoff.
La irregularidad manifiesta de los rivales está dando margen al conjunto de Martiricos. En otras circunstancias ya tendrían pocas opciones de ascenso. De momento, las opciones siguen intactas pero ver a este equipo “jugar” al fútbol es un sufrimiento propio de otra época.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.