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@Pedromartinper | En una montaña rusa de sentimientos y emociones desde su llegada a la Costa del Sol. Adrián González ha vivido en sus algo más de dos años como blanquiazul infinidad de sensaciones contrapuestas. Su llegada, más que turbia por su relación familiar con el entrenador del momento, fue complicada cuanto menos. Con una afición en contra en su mayoría por ser hijo de Míchel, el centrocampista siguió trabajando, sin perder el tiempo en hablar y dar explicaciones, puesto que su respuesta no contenía palabras, todo lo decía el balón.
Después de una mala temporada donde se descendió, Adrián recogió los galones del equipo, siendo uno de los líderes del conjunto malacitano, sobre todo dentro del vestuario. Esa montaña rusa que asustaba al principio, fue con el tiempo agradando al protagonista y a todo su entorno. Aquellas crispaciones se transformaron en aplausos y halagos, y a día de hoy el `8´ es de los mejores activos del club por rendimiento.
En el encuentro contra el Córdoba, y después de la salida de Fede Ricca, Adrián fue el capitán del equipo, recogiendo el relevo del brazalete que dejó en herencia el uruguayo. Víctor Sánchez del Amo tiene una fe ciega en el madrileño, por ello le ha dotado de las responsabilidades que conlleva ser la voz cantante y autorizada del vestuario.
Adrián es consciente de ello, y ya actúa como tal. Ante los califas, justo tras finalizar el encuentro y entre gritos a favor de su persona, se acercó al público asistente en Coín para firmar autógrafos y fotografiarse con los aficionados, los cuáles le agradecieron el detalle. Aún falta la confirmación sobre qué tres serán los capitanes del equipo, pero Adrián será, con casi total seguridad, el primero de ellos.