Fue una de las imágenes más icónicas de la afición blanquiazul hace un par de décadas. Un abuelo malaguista, a lágrima viva, abraza a su nieto en el estadio de La Rosaleda. Una estampa que no olvidará nadie. Sufrimiento, alegría, ilusión, amor a unos colores.
Eran los sollozos de toda la parroquia de Martiricos…