Jesús Lázaro, un secundario con alma de líder

Nueva entrega de ‘Marca Basket, 40 años en verde y morado’, patrocinada por la Fundación Unicaja

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Jesús Lázaro, protagonista en 'Verde y Morado'.

Nueva entrega de ‘Marca Basket, 40 años en verde y morado’, patrocinada por la Fundación Unicaja. Este jueves hemos charlado con Jesús Lázaro, exjugador cajista y actual técnico del primer equipo femenino.

Marca Basket, 40 años en verde y morado’, patrocinada por la Fundación Unicaja

Testigo en la evolución del club: «Sí. La iba viviendo también en contraste con mi evolución de jugador. He tenido la suerte de jugar 16 años en ACB, y recuerdo la primera vez que me repescan y te das cuenta. Cuando me voy a Melilla fue el año de la fusión, entonces cuando vuelvo ves que ha crecido exponencialmente, la masa social sobre todo. La fusión no fue fácil, pero con el paso de los años ya se veía que el pabellón estaba abarrotado, grandes expectativas, entonces mi primera vuelta fue decir ‘ostras, esto va bien’; estamos en 2022 y ahí seguimos».

Recuerdos de ese regreso en el 94: «Cuando vuelvo, formo parte íntegra de la plantilla. Empezamos a sumar victorias importantes: en la pista del Real Madrid en la quinta jornada, resultados buenos que convirtieron a Málaga en la capital del sur en cuanto al baloncesto. Se creó un proyecto liderado por Javier Imbroda y con la mezcla de juventud con gente de la ciudad, fue chulísimo. No íbamos a ninguna cancha con medias tintas, íbamos a ganar siempre. Éramos canteranos la mayoría: Gaby Ruíz, Dani Romero, Nacho Rodríguez, Curro Ábalos, Manel Bosch, se fichó a Alfonso Reyes. Un popurrí muy chulo; y con Javier y Pedro Ramírez».

Paso glorioso por Manresa: «Fue muy curioso. Cuando llego, recuerdo que Joan Creus tenía 38 años. Pensaba que iba a ser mi año, pero él seguía renovando. Jugábamos playoffs, la Copa, resultados importantísimos. Ganamos la ACB con Luis Casimiro en el banquillo, cualquiera podría haber dicho que el peor presupuesto podía ganar una Copa y una Liga. Ahora mismo es complicado, es verdad, porque hay mucha diferencia entre los clubes de arriba y los demás, pero siempre pienso que es posible que se produzcan ese tipo de cosas, que a priori parecen imposibles. Es lo bonito del deporte: esas expectativas, ilusiones, en definitiva cualquier cosa puede pasar».

Otra vuelta a Málaga con una nueva mentalidad: «El año del subcampeonato no estaba, llegué después. Pero el año de la Korac fue la primera vez que el club se dio cuenta de que se iba a ganar algo, efectivamente: Marcus Brown nos machacó ese año, pero luego se pudo. El contacto con los compañeros, estando en Manresa, era constante y me contaban el gran ambiente que se había creado en la ciudad: esa marea verde. Málaga es una ciudad que si la gente siente que el equipo suyo, entonces lo defiende a muerte. Es muy agradecida con el esfuerzo de los deportistas. Nos esperaban antes, después… Así se quedó Ciudad Jardín de pequeño».

Etapa dorada en el club: «En el momento que ganas un título, no te olvidas y siempre quieres más. Se fue Maljkovic, encuentras a Sergio y te da el punto para reclutar a los mejores del continente. Tener a Marcus Brown, Zan Tabak, Walter Herrmann, Fran Vázquez… un equipazo. Tenía 33-34 años y sabía que no iba a tener otra oportunidad de estar en un equipo campeón. Aportas experiencia, cosas en el vestuario; lo pasamos muy bien. Recuerdo el año de la Copa que estábamos eliminados y creo que nos metimos de rebote, y a final la ganamos».

Un final de carrera soñado: «Fue chulísimo para mí y mi familia. Tuvieron la oportunidad de vivirlo en Manresa y también en Málaga, donde tenemos nuestra vida. Al final de tu carrera ves las cosas de otra forma».

Una libreta de entrenador que se ha nutrido de los mejores: «He tenido mucha suerte de tener a los mejores, del momento en la Liga ACB: Mario Pesquera, Javier Imbroda, Salva Maldonado, Luis Casimiro, Bozidar Maljkovic, Pedro Ramírez, Paco García, Ricard Casas y luego tengo a Sergio Scariolo, como culmen de mi carrera. Tengo claro que he sido jugador profesional gracias a los entrenadores que he tenido, y ahora tengo un proyecto muy bonito».

Asentar el baloncesto femenino en Málaga: «Es la quinta temporada, y la idea del club es llevarlo al mismo sitio que el masculino. Tenemos la ventaja que afortunadamente el masculinos nos quita todos los focos; hay tiempo para trabajar y que la gente joven empuje a equipos superiores; estamos en una posición que nos da derecho a fase de ascenso. Hemos usado durante toda la temporada 18 jugadoras, lo que refleja la gran cantera que tenemos. Esta juventud tiene que estar apoyada en jugadoras senior, todo tiene su porqué. No tenía claro sinceramente que me fuese a enganchar tanto; la verdad es que estoy volcado».

Se sufre más en el parqué o el banquillo: «Como entrenador, no hay color (risas). Me he cargado alguna pizarra. El entrenador tiene más cosas en la cabeza».

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