@JuanjeFernandez || Como corre el tiempo. Hace un año que la ciudad de Málaga, baloncestista o no, se preparaba para la primera final cajista en mucho tiempo. El cuadro de Los Guindos afrontaba un duro partido en la Fonteta, donde había perdido días atrás, para el que solo valía ganar. En juego no solo estaba volver a escribir el nombre de Unicaja Málaga con letras doradas en el baloncesto europeo, sino también un billete para la Euroliga un año después de que el cuadro de Plaza fuese expulsado de la competición por los reajustes del nuevo formato. El duelo no defraudó a nadie y el tercer partido fue la guinda a una eliminatoria en la que ambos clubes no dejaron nada de su artillería para otro día.
El partido fue épico y Unicaja acabó llevándose el gato al agua en una remontada final protagonizada por los triples milemetrados de Dani Díez y el excelso trabajo defensivo de Alberto Díaz, que acabaría anotándose el premio del MVP de la final. Un partido que también pasará a la historia por la humildad y deportividad de Omic que sería expulsado a seis minutos del final del partido cuando el Unicaja perdía por 13 puntos tras una trifulca del pívot con Rafa Martínez. El parcial de 4-20 del último cuarto había dictado sentencia y el Unicaja sería quien tendría fiesta esa madrugada.
La noche fue larga, larguísima. El equipo malagueño llegaba pasadas las 2 de la mañana y se encontraba con otro trofeo: su afición. Alrededor de 1500 personas esperaban al equipo para continuar la fiesta toda la noche. Gritos de “Unicaja”, “Alberto Díaz, Selección”, “Es de Euroliga, Málaga es de Euroliga”, fueron los cánticos que se pudieron escuchar por el aeropuerto y que sacaron las sonrisas de los jugadores.
Hoy el destino, o el ‘karma’ como le llamaba Plaza ayer en sala de prensa ha querido que el último partido europeo del curso 17-18 coincida con el primer aniversario de último gran éxito de los cajistas.
