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@SuarezRMarca | Mira que se cuentan bulos en el fútbol, pero el repetido hasta la saciedad en la pretemporada malaguista de que "el Málaga tiene más gol que la temporada pasada" es uno de los más sonrojantes que se recuerdan. Ya son cuatro partidos, o lo que es lo mismo, 360 minutos, los que llevamos de Liga, sin marcar un solo tanto, sin mojar en la portería contraria. Y así, sin gol, no hay triunfos.
Sí marcó el Getafe en el minuto 2, con un Scepovic que no desperdició la pérdida de balón de Boka a las primeras de cambio. Aún quedaba todo el encuentro por delante, pero este Málaga tiene una preocupante falta de calidad en el medio campo. Tanta que a los azulones les bastó vigilar con la mirada a Duda y a Recio para anular la creatividad visitante.
Así las cosas, la única oportunidad que tuvieron los de Gracia tuvo que llegar por una pérdida de balón de los de Escribá. Amrabat recuperó en zona de tres cuartos, habilitó a Horta, que terminó rematando con la izquierda fuera de la portería. Más clara fue todavía la ocasión que Scepovic falló en el 25, pero con todo a favor falló en el segundo palo enviando el balón a las nubes. Angeleri, al que le ganó la espalda, respiró aliviado.
Para colmo de males, Amrabat, el más activo de todos los delanteros, se quedó en el vestuario lesionado en el tobillo. La entrada de Cop revitalizó el ataque, con un Málaga más volcado, más ofensivo. Pero la falta de calidad en el remate hizo que Guaita mirara divertido cada uno de los semi-intentos blanquiazules.
El Getafe, sabedor de la nula creatividad de los de Gracia, se echó descaradamente atrás buscando una contra que le pudo reportar grandes beneficios. Sólo el acierto de Kameni frenó el segundo de los locales.
Ni la entrada de Tighadouini, ni un golpe franco hecho a medida de Duda… nada de nada. Este Málaga es inofensivo, muerde menos que un abuelo con dentadura postiza y así es imposible pensar en marcar un gol, ya no os cuento ganar un partido. Y ojo que el miércoles espera el Villarreal y el sábado el Real Madrid.
Scepovic fue el verdugo de un Málaga inofensivo