@Pedromartinper | Llegó inundando de esperanza a la hinchada malacitana. Días más tardes, y cuando debutó por primera vez en La Rosaleda, la esperanza se convirtió en ilusión. Una ilusión que hacían brillar los ojos de los blanquiazules, que vieron a dicho protagonista como el fichaje clave para llevar a los boquerones a Primera División. Pero todo resultó ser un espejismo. El golpe de realidad llegó, definitivamente, ante el Sporting de Gijón.
Iván Alejo ha sido capaz de alterar los sentimientos de la afición en cuestión de dos meses. De ser aquel jugador llamado a llevar al equipo en volandas, a ser uno más en la plantilla de Juan Ramón López Muñiz. Ayer frente a los asturianos, el vallisoletano realizó el peor partido como malaguista. Acelerado, impreciso, precipitado y desquiciado. Y todo por la primera ocasión que erró, que lo mermó psicológicamente durante todo el partido.
El extremo, después de fallar una ocasión a bocajarro en el minuto 3 de encuentro, se dedicó a centrar desde la derecha sin ton ni son, sin levantar la cabeza siquiera para ubicar dónde se encontraban sus compañeros y sin esperar las llegadas de Iván Rodríguez, que lo dobló varias veces sin recibir balón para llegar a línea de fondo.
Si dejamos a un lado los centros que intentó, poco podemos arañar de Alejo durante el partido, y si sacamos algo positivo, es ayudando al lateral canterano en labores defensivas. El rendimiento de Alejo está descendiendo en cada partido que pasa y ese factor determinante con el que llegó está perdiendo efecto. Si el Málaga quiere crear peligro a los rivales, gran parte de ello pasa por recuperar a la mejor versión del `10´.