España se queda sin margen de error

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Tras dos partidos España cuenta con más malas noticias que buenas. En todas las líneas hay motivos para las dudas. Dos rivales de clase media se han llevado tajada. Lo bueno es que la Eurocopa navega sin dueño. El sistema de competición permite seguir en la tómbola. 

Un partido de 2021 se disputó con el rebobinado de la historia de otras décadas cuando a España se le amontaban los fatalismos. La Cartuja asistió a una ruleta rusa. Gerard Moreno, solicitado por aclamación popular, mandó un penalti al palo.

La marquesina del partido estaba dedicada a los delanteros. A Morata sólo le faltó que le montaran una cumbre bilateral en los días anteriores. Se estudió todo sobre él: sus movimientos, su cara, su cabeza y su olfato. Gerard Moreno fue titular en la foto, en el puesto de Ferran Torres. El astuto jugador del Villarreal se alejó del área, hacia la banda derecha, para irrumpir por sorpresa. 

Lewandowski, sin la fábrica de reparto de balones del Bayern, está obligado a meterse en los fogones del gol. En una aventura cogió un balón en el área polaca para iniciar una carrera conmovedora hacia la parcela de Unai que sólo pudo contener Jordi Alba, que llegaba con la moto desde Jerez. Era un aviso. Los goleadores siempre llevan abierta la cartuchera.

Terminaron los himnos y a España, sin previo aviso, le esperaba una estampida polaca. La selección de Paulo Sousa entró con un calambre en el partido. Su despliegue casi obtiene el premio en un remate de Klich que rozó la estampita colocada en el larguero de Unai. Había que dormir al león. 

El somnífero era el balón. Era imposible que Polonia mantuviera el pecho fuerte del inicio. España, pasada la sorpresa, se reencontró con el dominio del escenario. En la banda derecha Gerard Moreno y Llorente montaban un fondo de inversiones. Uno aportaba un saco de picante en cada intervención; el otro, su habitual homenaje al tendón y la resistencia.

Cada balón se disputaba como un VI Naciones. Otra vez las fieras polacas habían refrescado los músculos. Un centro de Jozwiak lo cabeceó Lewandowski a la red. El polaco, que en el área es una academia de idiomas, tocó lo suficiente a Laporte para coger un flequillo de ventaja. El central pecó de contundencia. Con estos tipos se paga caro. 

Al terminar los festejos polacos España se encontró con un penalti tecnológico tras un pisotón de Moder a Gerard Moreno. El zurdo lo mandó al palo y el rechace se le echó encima a Morata. Comenzaba otro partido, una media hora para pensar con calma. Luis Enrique tiró de Ferran Torres, Fabián y Sarabia.

El área pequeña de Polonia se convirtió en territorio de melés. Morata buscaba la gloria ante Szczesny, el portero más irregular de los grandes equipos de Europa. Una sí le tapó a su compañero antes de ser sustituido por Oyarzabal. España se quedaba sin soluciones. El reloj apretaba tanto como el futuro y la clasificación. 

El estéril ejercicio final de entrega retrató a España, con más voluntad que claridad. Morata y diez problemas más, todos los que creó Lewandowski. Alerta roja.

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