@JuanjeFernandez || Los amores más reñidos son a veces los más queridos. Esa frase del sabio refranero español viene que ni pintada para describir la relación de Juan Ramón López Muñiz con la afición del Málaga CF. Héroe para muchos, pues cada vez que cogió la nave malaguista la reflotó y acabó consiguiendo los objetivos, villano para otros, cuyo estilo de juego no es compartido y que acusan al asturiano de ser poco ambicioso. Una división de opiniones que cumple una década y que vive ya, con el regreso del técnico a Málaga esta Liga, su tercera etapa.
El 31 de octubre de 2006 comenzaba esta historia. Muñiz se hacía cargo de un Málaga CF en plena Ley Concursal y con un ERE recién aplicado entre sus empleados. La situación deportiva indicaba que la Segunda B era una opción real para un equipo que acababa de firmar su etapa más gloriosa en la Primera del fútbol español. El entrenador asturiano se armó de valor y con un equipo plagado de canteranos desconocidos y veteranos que estaban de vuelta fue sacando el torneo adelante hasta conseguir la permanencia con una jornada de antelación. No se libraría de las criticas ni de los momentos de tensión. En marzo y ante un Poli.Ejido entrenador por Antonio Tapia, Muñiz tocaba fondo perdiendo por 4-1 y cayendo a los puestos de descenso. Medio millar de aficionados esperarían al equipo a la salida de Santo Domingo para abuchear a los jugador y pedir la cabeza del preparador. Había salvado su primer match-ball.
La temporada siguiente sería la del ascenso a Primera. La economía de guerra malaguista obligó al presidente Fernando Sanz a colocar a Muñiz también como director deportivo de la entidad de Martiricos. 11 fichajes después, algunos como Weligton o Eliseu harían historia llevando al equipo a la Champions varios años más tarde, el equipo se reformaba por completo y conseguía el objetivo ganando al Tenerife en la última jornada. El Málaga volvía a la élite pero no sin que el publico volcase de nuevo sus frustraciones con el entrenador. Tras un comienzo arrollador, siete de siete en las primeras jornadas, los blanquiazules tuvieron que pedir la hora. El final de curso fue muy tenso e incluso, tras una derrota 4-6 en casa ante el Hércules y un posterior empate a cero con el Cádiz, un grupo de aficionados quiso asaltar el coche del entrenador cuando este abandonaba el estadio todavía con el equipo en puestos de ascenso.
Muñiz dejaría al Málaga por el Racing pero volvería tan solo 365 días después. Con una plantilla hecha de retales y tirando de nuevo de la cantera, Muñiz consiguió el objetivo de la permanencia firmando la que en ese momento fue la más barata de la historia en LaLiga de tres puntos, con 37. A pesar de haber conseguido su misión, la gente fue muy dura con un equipo que solo ganó 7 partidos en todo el curso. La opinión pública fue tan negativa que con la llegada de Al-Thani a la presidencia ese mismo verano, Muñiz fue relevado de su cargo y destituido de manera fulminante.
Ahora, en su tercera etapa en Málaga, la cosa apenas ha cambiado. Tras un infierno de curso la temporada pasada en Primera, el asturiano ha conseguido frenar la caída libre que llevaba el cuadro de La Rosaleda. A pesar de que el Málaga ha estado entre los seis primeros desde que arrancó la temporada, ya se han escuchado algunos pitos. Le acusan de lo de siempre. Falta de ambición y un fútbol muy rácano. Una situación que pocos entrenadores del país han tenido que vivir pero que no preocupa a Muñiz. Él conoce su historia, una relación de amor y odio con la afición que siempre termina con final feliz para el Málaga.