@SuarezRMarca | Entre la obligación por la ausencia de los internacionales, sancionados y lesionados, y la necesidad de mejorar el juego ofensivo del equipo, Muñiz planteó un partido con ocho novedades en su once inicial con respecto al que salió en Soria ante el Numancia. Sólo repitieron Luis Hernández, Ricca y Adrián.
Kiesek, Cifu, Diego González, Erik Morán, Alejo, Ontiveros, Harper y Blanco Leschuk entraron por Munir, Iván Rodríguez, Pau Torres, N'Diaye, Renato Santos, Mula, Keidi Bare y Seleznov. Parecía que los cambios podían dar más mordiente en ataque con dos extremos habilidosos, dos puntas y ningún medio centro defensivo. Pero en la práctica, nada de nada. Ni un solo remate a puerta en toda la primera mitad y apenas tres tiros a puerta en la segunda. No se puede pedir más -una victoria- con menos.
Sobre el terreno de juego, la pareja Morán-Adrián no encontró la fórmula para encontrar a sus hombres de banda. Ontiveros se tuvo que vaciar en defensa para ayudar a Ricca en las subidas de Pipa, mientras que Alejo no tuvo el apoyo de Cifu en sus apariciones ofensivas. Harper estuvo en su línea gris de la segunda vuelta mientras que Blanco fue de menos a más con un remate al larguero y un gol anulado por presunta mano anterior.
Lo que quedará será la victoria del Málaga ante el Nàstic, pero las sensaciones no son nada halagüeñas pensando en que ni siquiera el once titular más ofensivo que ha planteado el técnico ha servido para mejorar las prestaciones de un equipo al que le cuesta llegar incluso contra uno de los rivales más goleados del campeonato.
