DE LA DESILUSIÓN A ACEPTAR LA DURA REALIDAD

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Hace apenas dos meses, las declaraciones de los dirigentes del Málaga CF se centraban en pedirle al presidente y máximo accionista del club, Al Thani, que invirtiera o que vendiese la entidad. Lamentablemente, ni la oferta asiática ni tampoco la excepcional del grupo internacional fueron aceptadas por el impresentable presidente blanquiazul. Poco después, su hijo y vicepresidente, sin cualificación alguna para el cargo, para justificar la nefasta decisión de no vender afirmó que de nuevo invertirían. Acto seguido, se fue con su familia al Ramadán y hasta hoy. 

 

Posteriormente, conocimos la necesidad imperiosa de mal vender a futbolistas de la casa y activos de futuro que incluso ya estaban vendidos previamente a fondos de inversión de Venezuela y Portugal. En la Costa del Sol no contamos con los fondos de Catar que en la Ciudad Condal se depositan alegremente para financiar mezquitas que se construyen con una rapidez asombrosa, investigadas después por la policía española por la presencia de presuntos terroristas (información de El Mundo y La Razón este fin de semana).

 

A Al Thani no le parece bien vender la entidad porque lo consideraría un fracaso personal pero, sin embargo, no le importa que otros le presten un dinero, que luego recuperan con creces, para evitar la desaparición del club.

 

Con el paso de los días, se asumieron mal que bien las ventas e incluso la hipotética salida de Sergi Darder, aunque ya no "exista la necesidad", en palabras del director general Vicente Casado. La ilusión por la presentación de nuevos futbolistas ha provocado que la afición malacitana acepte la dura realidad de otra temporada sin chicha ni limoná. Léase, luchar por la permanencia como prioridad. Hasta hace muy poco este objetivo era causal no casual.

Sin embargo, las temporadas de gloria vividas por la afición costasoleña han hecho que se convierta en una cuestión menor aunque seguir en la Liga de las Estrellas es fundamental para el futuro de la entidad.

 

De la desilusión a aceptar la dura realidad hay un sólo un paso pero muy necesario: Volver a ser abonado por el amor a unos colores y a su historia por encima de dirigentes, fichajes, ventas, etc.

 

"El Sentimiento nunca muere", aunque en las marquesinas publicitarias siga apareciendo como reclamo Duda casi dos décadas después.