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Lo fácil sería escribir sobre el desastroso encuentro del Málaga, uno más esta temporada, frente al Deportivo Alavés. Despotricar sobre un entrenador al que desarmaron el equipo este verano y reiterar que ya cuenta con los peores números que ningún otro en la historia de este club. Pedir el cese de Míchel a los responsables de la entidad malaguista por no poder hacer el milagro que otros ya hicieron. Pero, ¿a qué responsables?
¿Al presidente, Abdullah Bin Nasser Al Thani, que no viene a Málaga por que no puede salir de Catar? ¿A alguno de sus hijos y miembros del Consejo de Administración malaguista cuya única preocupación es desvalijar la economía de la entidad costasoleña para sus caros caprichos?
La deuda de la entidad malacitana es insostenible en la Segunda División, por lo que un descenso condenaría al Málaga a una nueva desapariciòn. Lo venimos explicando en Radio Marca Málaga desde hace varias temporadas y, por desgracia, tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. En estos momentos, este club tiene todas las papeletas para descender de categoría y, con ello, su más que cercana desaparición. La deuda, sus múltiples compromisos y la no reducción del nivel de vida del presidente y sus hijos a costa de la entidad han elevado el tope salarial a unas condiciones impropias de una entidad de LaLiga.
La pregunta que yo me hago hoy aquí y ahora es sencilla: ¿Dónde está la masa social de este club? Y la respuesta es inaudita porque nadie reacciona para salvar al equipo que representa a la ciudad de Málaga de las nefastas influencias de un máximo accionista irresponsable y pésimo gestor.
Por último, reitero: ¿Qué parte no han entendido para pedir desde la grada o echándose a la calle la dimisión de Al Thani?
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo, y ahora más que nunca, esto último.