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Acertó de lleno mi compañero César Suárez al proponer el tema a debate en Radio Marca Málaga: ¿forzará la quinta amarilla Bernd Schuster en el Vicente Calderón para no estar presente en el banquillo a pie de campo en el último partido en La Rosaleda? Es una incógnita por descifrar, y no cabe duda de que la cuestión tiene su pizca de morbo.
La glorieta que el Ayuntamiento de Málaga, a petición expresa de los dirigentes del club blanquiazul, ha concedido al presidente malaguista, Abdullah Al Thani, ha provocado que este, vía twitter, ya asegure que se abre un nuevo período de inversiones en el Málaga y en la ciudad. Aunque sólo una persona ha deslizado desde el club la posibilidad de que aún podría seguir Schuster en la entidad malaguista la próxima temporada, creo sinceramente que sólo lo ha apuntado por el Sheikh en las últimas horas harían posible que veamos frente al Levante en el banquillo, y no en la grada, al técnico alemán. Sin embargo, lo más probable es que, fiel a su comportamiento, y para no tener que soportar la crítica de la afición malacitana, el míster estará en la grada de Martiricos y no en el lugar que le corresponde y dando la cara.
Realmente hay muchos peros que ponerle al trabajo de Schuster en esta temporada que ya agoniza. Pero, si consigue la permanencia, habrá cumplido con el trabajo que se le encomendó para este curso liguero. Sería, pues, de justicia despedirlo de La Rosaleda con agradecimiento y desearle la mejor de las suertes. Claro que, al tiempo, recordarle aquello de que «tanta paz lleves como dejas«.
Era una campaña muy difícil y se sabía, por lo que si nos parece justo, a mí sí y mucho, que se le ponga una glorieta a Al Thani, igualmente lo es despedir a Schuster con un aplauso. La cuestión es: ¿estará en el banquillo para disfrutarlo o camino de Frankfurt?