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Sea porque al presidente del Málaga CF no le quede otra tabla de salvación empresarial que el club de la Costa del Sol. Sea porque después de cinco años de un completo abandono de la entidad su grado de compromiso e implicación con su empresa -mientras los juzgados no digan lo contrario- haya crecido exponencialmente un doscientos por mil. Sea porque ha descubierto que sus hijos y él mismo pueden tener un filón económico muy interesante mientras se mantengan dirigiendo el club. Sea porque de pronto se ha enamorado de la ciudad, de las formas de entender y vivir la vida de las malagueñas y malagueños. Sea porque ahora le gusta entroncarse en la Fiesta del Sur de Europa, en la feria de día del centro o en el Real por la noche. Sea porque ahora quiere acompañar al equipo en cada viaje, partido o compromiso social que tenga. Sea por lo que sea, y aunque no cambio un ápice de mis informaciones u opiniones de estos últimos años, debo reconocer que durante este verano sí he visto en Al Thani a un verdadero presidente del Málaga CF.
Su asistencia junto al equipo en la comitiva oficial de la entidad a la ofrenda floral a la Divina Pastora es un detalle muy a tener en cuenta. En medio de una crisis sin precedentes entre Occidente y el mundo islámico radical, la asistencia del presidente malaguista a un acto de culto a una iglesia católica y a presentar sus respetos a una imagen equidistante de su profesión de fe es digno de los mejores elogios.
Abdullah Bin Nasser Al Thani ha dado un paso sin precedentes desde su llegada al club esta pretemporada y lo deseable es que siga por este camino. Cierto es que hay muchas cuestiones que explicar, incluso en estos momentos, de la gestión del club, de lo pasado y del día a día.
Pero también es cierto que el Sheikh está en plan presidente, veremos si por mucho tiempo o si es una fiebre pasajera. De momento, un Al Thani ecuménico e implicado es mucho más, bastante más, de lo que podíamos esperar. Ahora sí el Málaga CF parece tener un presidente.