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Antes que nada quisiera destacar que, como se está comprobando, cuando todos los astros se alinean para que todo salga a pedir de boca, incluso el club menos goleador de la LFP puede ganar y además con merecimiento. El esfuerzo, trabajo solidario, ideas claras para atacar la meta rival y una confianza ciega que había desaparecido entre los futbolistas para seguir a pie juntillas el sistema táctico dispuesto por Javi Gracia, está funcionando a pedir de boca.
Cinco jornadas sin perder, las tres últimas con victoria, han disparado al Málaga CF a conseguir casi la media para la permanencia en la categoría. Once goles y veinte puntos. Dicho así es la leche. Desde los tiempos del CD Antequerano que entrenaba mi amigo José Luis Monreal no se había logrado tanta rentabilidad con menos ataque.
Sin embargo, pese a la alegría del gol de Duda y del triunfo malaguista, esta Nochevieja tengo un cabreo monumental provocado por un mal endémico que nos condena como club en esta ciudad. Es una vergüenza que los malagueños y los restauradores que tienen a bien colocar pantallas en sus establecimientos den prioridad a los encuentros del Real Madrid o del Barcelona cuando coinciden con los del Málaga. Como hombre precavido vale por dos me llevé mi propio dispositivo móvil para ver el partido de los míos.
Menos mal porque si no habría sido imposible ver el encuentro de los de Gracia. Así es imposible crecer como club. No quiero imaginarme qué se vio en la provincia si esta fue la resultante en la capital. No podemos igualarnos ni a los béticos ni a los sevillistas ni a los valencianistas ni a los gaditanos.
Por tanto, para este 2016 vuelvo a pedir mi deseo de siempre: que seamos 60.000 abonados y que se construya un nuevo estadio multifuncional y moderno, al tiempo que se hagan realidad las instalaciones de la Academia. Y, de paso, que en esta puñetera ciudad y en la provincia el personal sea del Málaga antes que de ningún otro club. O mejor aún, sólo malaguista.
¡FELIZ AÑO NUEVO! A TODOS NUESTROS OYENTES Y LECTORES.