La temporada ha llegado a su fin. Con la permanencia ya en el bolsillo, estos dos partidos parecen importar poco ya al público malaguista, aunque personalmente sigo insistiendo en que es clave acabar bien para crear un caldo de cultivo interesante para el inicio de la 25-26. Pellicer ha salvado su marrón, el de conseguir la permanencia con un equipo basado en la cantera y ‘el poder de la amistad’. Ahora, la papeleta es para el director deportivo. Es Loren Juarros el que tiene que romper ese grupo para dar el siguiente paso después de dos años con los deberes hechos, pero con algunas sombras en la planificación.
Le toca al burgalés decidir sobre el futuro de futbolistas como Dioni Villalba o Manu Molina, cuyas continuidades están muy en duda. Le toca arreglar los contratos de larga duración de futbolistas con los que no se ha contado por segundo año consecutivo. En definitiva. Toca romper con la que ha sido su primera plantilla en el Málaga. No es un trabajo fácil ese. Si el director deportivo sale con vida y convence este verano la mayoría de los detractores se quedarían sin argumentos.
Ahora bien, la misión reclama inversión. Rescindir contratos no sale barato y contabilizan en el límite salarial. El Málaga ha sido el noveno equipo de LaLiga Hypermotion en ese escalafón, pero la sensación es que Pellicer no ha tenido la mejor novena plantilla de Segunda. Esa ecuación falla y es por ahí por donde Loren Juarros tiene que meter el cuchillo y el tenedor. Se van Kevin, Baturina, Yanis Rahmani que acaban contrato, pero a otros muchos tendrá que seducirlos para salir. La lista es larga y algunos de ellos tienen el cariño del vestuario y la afición. La papeleta no me gustaría tenerla a mi.
Tengo que admitir que la renovación de Izan y las cláusulas a tres años de jugadores como Rafa Rodríguez y Chupete hacen pensar que el director deportivo ha aprendido la lección de las nefastas gestiones de los casos de Roberto y Cordero. Muchos millones de euros que el club ha perdido con esas dos salidas tanto en inversión de cantera como en ventas. Da rabia ver como el Dépor es capaz de vender a Yeremay por 30 millones y nosotros solo aspiramos a pedreas que encima se nos van por culpa de la gestión psicópata que tuvo el club antaño.