Cuando abandonaba las instalaciones del estadio de La Rosaleda tras la conclusión del partido contra el Granada, no sé cuántas veces pude escuchar la expresión con la que titulo este Con Rigor. Sin lugar a duda, pienso que los aficionados malaguistas expresaban así su impotencia tras comprobar cómo su equipo dejó escapar un partido en el que el empate fue un mal menor. El 2 a 0 es siempre engañoso, y a fe que se demostró este sábado. Lo es porque quien va ganando puede caer en la relajación, y el que pierde venirse arriba si logra recortar distancias y, de paso, meterle el miedo a su rival. En definitiva, un calco de lo que pasó en La Rosaleda a lo que debo añadir que ayudó, y mucho, cómo se diluyó el Málaga desde el minuto 20. Incomprensible.
Resulta alarmante el bajón tras ponerse por delante en el marcador con los goles de Chupete, frente a un rival que defensivamente era un auténtico desastre y al que se podía haber hecho un destrozo aún mayor. No quiero pensar que desde el banquillo se ordenara cerrar filas y vivir de la renta frente a un cadáver como era el Granada. Y eso que Pacheta quiso reforzar su entramado defensivo con una línea de cinco defensas que durante los primeros 20 minutos, en especial sus centrales, no se enteraron de qué iban la película.
Durante esos minutos, Juanpe -de defenestrado a titular- campó a sus anchas, moviendo al equipo, poniendo pases de gol y contando con el apoyo de un incombustible Izan. Chupe era un incordio, Rafita, aunque menos participativo que otras veces, también era sinónimo de peligro, y tanto Joaquín como Larrubia eran puñales que pisaban el área rival, mientras que en tareas defensivas no había problemas. Sin embargo, todo cambió a partir del minuto 20.
El ataque se desvaneció y las dudas surgieron en defensa donde se hace aguas por los costados. Un partido más Sr. Loren Juarros, se demuestra que el único lateral potable de los cuatro con los que cuenta la plantilla es Carlos Puga, y que su lesión sirvió para dar entrada a un Gabilondo al que Faye dejó en evidencia. En la izquierda, el mensaje lo dejó claro Pellicer al alinear de inicio a Dani Sánchez y relegar al banquillo a Víctor García ya que venía siendo el titular en las anteriores jornadas, pero el cambio no sirvió para mejorar las prestaciones y en no pocas ocasiones el técnico se desgañitaba corrigiendo al jugador malagueño.
El mencionado Faye se encargó de provocar la zozobra en las gradas. Cuando su equipo parecía muerto, el senegalés se encargó de airear las carencias defensivas de este Málaga y fue determinante para que el Granada resucitara y lograra empatar. Un dato, los blanquiazules tiraron ocho veces a portería, mientras que el Granada lo hizo el doble, y una vez más el ‘Santo’ Herrero obró milagros y también los postes. Resulta preocupante que ninguno de los suplentes que entraron al partido, tuvieran relevancia. Dotor, Lobete, Aarón y Jauregui pasaron desapercibidos, además del ya mencionado Gabilondo que, a buen seguro, respiró cuando vio que Pacheta mandaba a Faye a la banda contraria.
Como mal menor, y espero que no se convierta en una constante, me quedaré con la frase de un jugador malaguista que, fuera de micrófonos, consideraba que, al menos, se logró salvar un punto y se sigue sin perder tras cuatro jornadas. Quien no se consuela, es porque no quiere. No se debe justificar lo que pasó en el campo con la actuación arbitral, pero sí puedo decir que Lax Franco estuvo muy desacertado al confundir ser permisivo en el contacto, con no pitar faltas que todo el mundo vio menos él. Que se lo pregunten a Chupete y a Larrubia si no. Por cierto, no es casualidad que el otro equipo tampoco esté contento con la actuación arbitral.
Para acabar, espero que algo tan ilusionante en la carrera de un futbolista como disputar el Mundial sub-20 representando a tu país, no se convierta en una pesadilla para Izan Merino por la presión que se está generando para que decline la convocatoria si es que, finalmente, le llega.
José Manuel Velasco
Redactor Onda Cero Málaga