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Parece que, sin quererlo, unos y otros se han puesto de acuerdo para protagonizar un cúmulo de despropósitos dignos de cualquier capítulo de los hermanos Quintero. En su afán de ayudar y salvar al Málaga CF, las instituciones siguen empeñadas en buscar soluciones sin la menor discreción y que quedan lejos de una mínima lógica. Con luz y taquígrafos, lo que supone en estos tiempos la dichosa foto al término de cada reunión, y, por lo tanto, obviando lo que el sentido común recomienda en estos casos. Sin prudencia, sin mesura y avisando a los medios de comunicación en lugar de sentarse, tras un mes de espera a petición del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, con el grupo hotelero Bluebay, la otra parte de la propiedad del club blanquiazul.
Como recordarán en este serial de la crisis malaguista, cada vez más parecido al icono televisivo de los 80 Falcon Crest, las instituciones -Ayuntamiento de Málaga y Junta de Andalucía, puesto que la Diputación Provincial apenas ha intervenido en este proceso-, presentaron una propuesta de solución a Jamal Satli Iglesias. Cinco millones de euros por las acciones para el máximo mandatario del grupo hotelero procedentes de un supuesto grupo inversor catarí que unos interlocutores decían tener para comprar el Málaga CF. Cantidad exigua para el riesgo que corrieron en su momento, pero suficiente a criterio de las partes involucradas. Satli Iglesias dejó el balón botando en el tejado del primer edil malagueño y aceptó lo que éste le hacía llegar siempre y cuando viese un proyecto mejor que el suyo para la entidad de Martiricos. Además, exigió garantías de que no fuese un proyecto de pan para hoy y hambre para mañana. Y, por supuesto, condición sine qua non, Abdullah Bin Nasser Al Thani y sus hijos tenían que quedar fuera del club a todos los efectos.
Pues ni una sola de esas condiciones denominadas “líneas rojas” por Bluebay han sido ni siquiera explicada por parte de la conocida como ‘tercera vía’. Así que el tiempo corre en contra del club costasoleño y la única solución razonable, sin fuegos de artificio ni inventos que no lleven a nada, pasa porque la Audiencia Provincial de Málaga y el juez designado se den cuenta de la gravedad de la situación, concedan a Bluebay la ejecución provisional de la sentencia y estos entren a gestionar el club sin renunciar nunca más a sus derechos legales obtenidos en los juzgados malagueños con sentencia casi definitiva en lo Civil, y contundente a favor en las demandas penales.
Por su parte, Richard Shaheen, flamante director general del Málaga CF, ¿o debemos decir de Al Thani? -porque ambas cuestiones son incompatibles en estos momentos- no presenta a la LFP un Plan de Viabilidad como esta le ha exigido. Eso sí, quiere ahorrarse el chocolate del loro castigando a los empleados con sueldos menores en el club y adoptando decisiones impropias de un señor que va a cobrar anualmente un cuarto de millón de euros. Prohíbe las cápsulas de café a los empleados, que las paguen ellos. Nada de comprar tinta a color para las impresoras, vendo el futuro del fútbol base al mejor postor, etc.
Nadie duda de la buena voluntad del alcalde malagueño y del director de Deportes y Educación de la Junta de Andalucía, tampoco de la aportación jurídica y de la experiencia de Daniel Pastor, que fue administrador judicial del club en su largo y dilatado periplo de la concursal. Sin embargo, por unas causas u otras la solución no pasa por nuevos inversores inexistentes sino por la judicatura malagueña y Bluebay, guste más o guste menos.
Entre tanto, la parcela deportiva es un desastre. Los blanquiazules están en puesto de descenso y la situación empeora semana tras semana sin que nadie haga nada al respecto. Como diría un fiscal al jurado, si metafóricamente acusáramos a Víctor Sánchez del Amo en un juicio público, la cuestión es bien sencilla. “¿18 partidos, sólo tres victorias?” No hay más preguntas, señoría.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último, que va a hacer falta.