«No todo vale»

No puedo estar más satisfecho al comprobar que en esto del fútbol, No Todo Vale. Jugarte el ascenso en dos partidos entraña tener que exprimir al máximo todas las virtudes para ser mejor que tu rival, pero también está el ‘otro fútbol’, y es el que los jugadores del Nástic pusieron en práctica desde que el balón echó a rodar en el césped de La Rosaleda.

Puedo entender que los catalanes no tuvieran ningún tipo de prisa a la hora de poner el balón en juego en cada acción a balón parado, porque la ventaja con la que afrontan la eliminatoria decisiva por su mejor clasificación al término de la liga regular, se lo permitía. Si el Málaga estuviera en dicha situación, todos comprenderíamos que debe ser así. Hasta ahí, todo perfecto, porque es como si estuviéramos hablando de una ley del fútbol no escrita, que todo el que juega a este deporte entiende, pero lo que no tiene justificación es que los jugadores del Nástic iniciaran la caza a Roberto sabedores que, además de querer anular al goleador, si el cordobés veía una tarjeta se perdería el partido de vuelta. La cuenta de provocaciones, patadas, codazos, manotazos en la cara, etc… es larga y a buen seguro que las marcas en el cuerpo de Roberto servirían para recordar cada una de las ‘galletas’ que le propinaron los jugadores del Nástic. Y lo que es peor, con el consentimiento de un mal árbitro, que dejó sin señalar algunas de las caricias que le dieron al goleador, como el penalti que sufrió en el primer tiempo; o sin mostrar tarjeta al agresor, como fue el caso de Óscar Sanz por abofetear a Roberto cuando ya tenía una tarjeta amarilla lo que hubiera significado su expulsión y dejar al Nástic con un jugador menos en la recta final de la segunda parte.

Siendo un nefasto arbitraje, menos mal que Palencia Caballero sí vio el claro penalti a Galilea pero, sobre todo, dio legalidad al tanto logrado por, quién si no, Roberto justo cuando el primer tiempo estaba a punto de finalizar. Las malas artes no dieron resultado esta vez a los que practican el anti fútbol. Ojalá, Alan Godoy tenga que arrepentirse al
final de esta eliminatoria de sus intenciones antideportivas. Ya saben que me refiero a la jugada del saque de esquina que acabó en el primer tanto malaguista, y sirvió para que los tarraconenses montaran el show. Tiene poca gracia que el técnico del Nástic diga que el arbitraje en La Rosaleda les perjudicó, digo yo que más que poca gracia, no tiene ninguna, porque habrá que recordar que el Ceuta denunció la actuación arbitral en el partido de ida de la eliminatoria semifinal en la que, en aquella ocasión, desde Tarragona no se protestó. Además, si alguien se puede considerar perjudicado por el apartado arbitral del partido del pasado sábado, ese es el Málaga por todas las acciones que ya he enumerado.

No quiero ni pensar en lo que le espera al equipo malaguista el próximo sábado en el Nuevo Estadio Costa Dorada. Tanto dentro como fuera del césped y de las instalaciones del recinto deportivo. Solo hay que recordar lo que sufrió el Ceuta en su camino al estadio con apedreamiento de su autobús, además de insultos en la televisión pública catalana. No va a ser fácil, lo sabemos. En esta ocasión harán falta algo más que futbolistas en el césped y, por encima de todo, mucha cabeza fría. Debo elogiar como siempre a Roberto y al ‘Santo’ Alfonso Herrero porque, como a lo largo de la temporada, sus goles y sus paradas bien pueden valer un ascenso; a Galilea porque, pese a algún titubeo, parece tener para la afición el carisma necesario para la defensa; y al resto del equipo por la entrega mostrada durante toda la batalla de La Rosaleda. Eso sí, en el campo tarraconense no se puede titubear ni mostrar la endeblez que propició el gol del empate nada más comenzar el segundo tiempo.

Máxima concentración, máxima contundencia. Queda un partido para que el Málaga salga de este infierno, para volver al fútbol profesional, para devolverle a la afición todo lo que le ha dado al equipo en todos y cada uno de los campos de esta Primera Federación donde el equipo siempre se ha visto arropado, pero, un matiz, aunque estemos hablando de volver a Segunda, no olvidemos que este equipo y esta ciudad son de Primera, y la afición es de Champions League. Solo unos pocos malaguistas podrán estar en las gradas del Nuevo Estadio, pero que tengan presente los jugadores que toda una ciudad y una provincia, desde la distancia, les estarán alentando. ¡Vamos a por la final! ¡Vamos Málaga!