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Ya lo decía Schuster cuando entrenaba al Madrid, que se necesita al menos 100 días para valorar su trabajo al frente del club blanco. Si trasladamos el paralelismo a Pellicer y el equipo recién formado, no se pueden sacar conclusiones de una plantilla que no lleva ni 10 días completamente configurada.
Es cierto que fundadas o no, esta plantilla estaba despertando unas expectativas en la afición y en el entorno y sufrir partidos como el de Las Palmas las rebaja irremisiblemente. El equipo mostró carencias preocupantes, la construcción y el gol así como las necesidades más acuciantes. Caye Quintana lo da todo, poco que decir a su labor de esfuerzo, soldado de vanguardia que en solitario intenta abrir las líneas enemigas, pero resulta a todas las luces insuficiente y todo su trabajo se diluye. Al no haber un creador de juego real y definido, nadie toma el timón y dirige el juego hacia el ataque de forma que se pueda comprobar si el delantero puede aportar, algo de gol a parte de trabajo y esfuerzo.
En la construcción se vieron lagunas que otros partidos no se observaron con tanta crudeza, quizás se vio algo parecido en Vallecas, pero el resultado abultado y la sensación de haber podido perder por más, hizo que no nos fijáramos con tanta atención en una parcela importantísima y que por el buen devenir del club no puede quedar ni olvidada ni descubierta. Y para solucionar este handicap sólo me viene un nombre, pese a su inexperiencia y juventud, tiene la calidad suficiente para ser el creador de juego malaguista.
No quiero olvidarme de otra carencia apreciada y que aunque puede llegar a ser entendible, no deja de ser preocupante. El equipo muestra una falta de forma física alarmante, que provoca entre otras muchas cosas ser incapaz de doblegar a un equipo que juega más de 50 minutos del partido en inferioridad numérica.
Es pronto aún para poder sacar conclusiones, todas las carencias observadas tienen solución, algunas con trabajo otras con retoques en el sistema o cambios de piezas en el tablero que nos permitan ganar futuras partidas. Siete puntos de quince es un resultado que todos hubiéramos firmado en junio y a ese clavo tenemos que aferrarnos cuando amenaza con aparecer el desánimo por las expectativas no cumplidas.