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Sergi Darder, Samu Castillejo, Juanmi, Rescaldani, Kameni… todos, además de jugar en el Málaga, tienen algo en común: han renovado recientemente sus contratos hasta el 30 de junio de 2018. Tendrá mucho trabajo Husillos, o quien ocupe la dirección deportiva en aquellos tiempos, cuando se vaya acercando esa fecha.
Pero no es una fecha al azar, ni mucho menos. Es la apuesta a medio plazo del club para volver a ser lo que fue hace apenas tres temporadas con una inversión mastodóntica, un equipo que luche con normalidad por Europa sin necesidad de hipotecar su futuro económico.
Pensar que todos cumplirán sus contratos sería de idealistas y soñadores. No es probable porque todos deberíamos saber que para escalar primero has de coger impulso. Traducido, que para seguir dando pasos hacia delante en las aspiraciones del Málaga, antes has de ingresar dinero para sobrevivir. El riesgo está en que si te resbalas a la hora de intentar impulsarte, lo mismo das con tus huesos en el suelo. Pero eso lo sufren todos los clubes modestos, ninguno está exento de peligro.
La cuestión, ahora, es que estas renovaciones refuerzan la posición de los dirigentes blanquiazules a la hora de negociar por alguno de sus futbolistas más destacados. Y, sobre todo, que aunque el Málaga siga siendo un club vendedor, eso no implica que se vendan a todos a la vez. Esto asegura, hasta 2018, una continuidad en el proyecto deportivo. Así fue creciendo, por ejemplo, el Borussia Dortmund, el modelo a seguir; o incluso el Oporto, que también se desprende cada año de alguna de sus figuras y ahí sigue, dándole la alternativa a los que han estado madurando junto a esas estrellas y descubriendo nuevas promesas.
Ese es el reto del Málaga. Darder, Samu Castillejo, Juanmi… A mí me pone tenerlos atados hasta 2018. A esos y a alguno más cuya renovación está también al caer.