«La impotencia de ver morir poco a poco al Málaga»

Vaya por delante que estas líneas son egoístas. Me explico. No las escribo para sentar cátedra, ni para que nadie piense que esto es la biblia. Hace tiempo que me da igual todo eso. Ni siquiera me importa si el que lo va a leer está de acuerdo o no conmigo. Lo hago por puro desahogo. Porque no aguanto más el nudo que tengo en el estómago desde que terminó el partido de Leganés. El Málaga es un cadáver, con todas sus letras y consecuencias. No se sostiene ni en lo deportivo ni en lo institucional. Sólo en la parcela económica, siempre que nos quedemos en Segunda claro, se ha mejorado en los últimos 2 años y medio. Eso sí, se ha conseguido gracias a las instituciones. El club ha sido incapaz de convencer a la inversión privada de dentro o fuera de la ciudad para que invierta en este proyecto que ha nacido muerto. 

Ese es el tiempo que José María Muñoz lleva en el club. Este Málaga necesita, si quiere salvarse, una revolución que empiece fuera del verde y vaya hacia adentro. La pregunta del millón es ¿Quién va a tener el valor de ponerle el cascabel al gato?. Se necesitan fichajes en enero, quién lo iba a decir después de haber firmado más de una decena de jugadores en verano. Lo que tengo claro es que Manolo Gaspar no puede ser la persona que los haga. Su crédito se ha agotado. No hay más. El fútbol son resultados y bajo su mandato el Málaga no los ha conseguido. Me consta que es una buena persona que se ha hecho a sí mismo y a la que, hasta que llegó a este cargo, nadie le había regalado nada. Quizás sea este el problema, que este puesto le llegó regalado y sin haber hecho ningún mérito para ello. Por cierto, que feo que solo Pepe Mel diese la cara en Butarque estando en la expedición malaguista el director deportivo y el administrador. Un José María Muñoz que al principio, cuando era popular, hasta se mandaba mensajes directos en Twitter con sus fans. La vida, oiga.

A lo mejor, Manolo ha perdido esa humildad que siempre tuvo sobre el verde y que le llevó a, sin ser un genio en el lateral, tener una carrera longeva en el fútbol profesional. No lo sé. No he conseguido entrevistarle en dos años y medio y que conste que lo he intentado de todas las maneras posibles. No se ha querido abrir a conocerme. No pasa nada, aún así le defendí cuando creí que lo hacía bien. No soy de esos. Ahora ya da igual, aunque siga en el puesto ha perdido toda credibilidad, al menos para mí.

Ese es el problema. Manolo Gaspar no es el único que ha recibido su cargo por obra y gracia del espíritu santo. En las oficinas del club hay muchos casos iguales. Personas que jamás volverán a ejercer el cargo que ostentan en una empresa de la magnitud y la entereza moral que requiere la de Martiricos. Es la verdad. Por supuesto siempre excluyo a los mileuristas, aunque alguno haya vendido su alma para poder seguir en el club. Pan para hoy y hambre para mañana, ya se darán cuenta. Digo yo. Personas que no están preparadas para trabajar en el Málaga CF y que no solo lo hacen, sino que marcan el camino y el futuro del club.

Me he cansado de oír lo ‘pobre’ que es el administrador. Pobrecillo, vaya trabajo tan duro tiene. Algunos deben pensar que José María está ahí por amor al arte y que no tiene un sueldo anual con más ceros que los que usted y yo vamos a juntar nunca en nuestra cuenta. ¿Qué no sabe de fútbol? Ya. Pero la de cobrar a final de mes sí se la sabe. No le critico por ello, faltaría más, pero sí por dejar desangrarse moralmente a este Málaga, sí por no ser capaz de ejercer como un verdadero ‘presidente’ o ‘jefe’, como le gusta que le llamen por las oficinas y como los buenos pelotas hacen en cuanto pueden. Le culpo de dejar que este Málaga esté en malas manos. Porque entiendo que cuando llegó todo era obtuso, pero que en dos años y medio ha tenido tiempo de sobra de evaluar quién sirve y quién no para ocupar un puesto en el club. Se ha limitado en muchas ocasiones a figurar en lugar de actuar. El Málaga está mejor en lo económico, porque peor era imposible estar. Gran parte del trabajo lo ha hecho CVC y a pesar de ello, La Academia sigue sin estar terminada. 

Puedo seguir, tendría para escribir veinte párrafos más. Pero ya paro. Ya me he sacado un poquito de ese veneno que tengo dentro. La palabra que define mejor lo que sentimos los malaguistas a día de hoy no es decepción o enfado. Es impotencia. La de no saber qué hay que hacer por parte de todos  para salir de esta situación. Mientras, en apenas 48 horas hay otro partido en La Rosaleda. Quiero que la gente proteste y se enfade, pero que también anime y llene el estadio. ¿Cómo lo hacemos?.