Muchos cambios, pero solo uno clave…

Los minutos se han acumulado a un Málaga que en pocos días está teniendo muchos choques a los que hacer frente. Eso ha supuesto que haya muchos cambios en el once de Sergio Pellicer de un partido para otro. Cinco caras nuevas en Tenerife y ocho en el choque contra el Eibar, pero básicamente una misma idea. El once que este domingo ganó al Eibar no fue un equipo novedoso. Esos jugadores en estos puestos ya los habíamos visto en jornadas anteriores. El cambio principal estuvo en la actitud. Fue lo que celebró ayer la afición del Málaga y lo que supuso el fin a una racha de empates que estaba empezando a ser estresante.

Lo que ayer se vio es un equipo que estaba activado. Este Málaga ha demostrado que nunca se rinde y que la actitud nunca había sido un problema para esta plantilla. Sin embargo, en los partidos ante el Oviedo y el Tenerife, al Málaga le faltó creérselo un poco más. Lo de la isla fue aburrido y lo de Oviedo impotente. El partido ante el Eibar no pasará a la historia como el más divertido o el mejor de los blanquiazules en este curso. Tampoco la afición necesita eso. La grada solo quiere ver que sus chicos se dejan la piel y que de vez en cuando se hace un buen partido en casa.

El Málaga fue el de siempre, no hubo nada táctico novedoso más allá de un par de ajustes posicionales. Alfonso Herrero paró lo que tuvo que parar, Nelson Monte cortó lo que le llegó, Manu Molina organizó el juego, Dioni peleó y David Larrubia firmó su mejor partido del curso. Ese puede ser el resumen simple. Pero más allá de eso hubo un equipo que estuvo los 90 minutos concentrado. Que estuvo atento a las segundas jugadas, que presionó con coherencia y que con un poco de suerte hubiese metido el dos a cero antes. En fin, que esta victoria es una moneda que te da una vida más en la carrera por la permanencia.