SE GANA O SE APRENDE

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Resulta difícil ponerse a plasmar en un trozo de texto los sentimientos y opiniones que engloban diez meses de competición. Han pasado unas cuantas horas ya del gol de Bergantiños y aunque el malaguismo sonría por fuera, el cruel final contra el Deportivo de la Coruña sigue estando presente en forma de pellizco en el estómago. Fueron los últimos minutos de un curso que ya se despide para ir ocupando poco a poco su lugar en la memoria del colectivo blanquiazul. Un colectivo que no tengo dudas de que sale fortalecido de esta situación. Sobresaliente para los que se quedaron hasta el último segundo llorando hombro con hombro con su compañero de asiento en la cercanía y con la plantilla en el césped.

 

Se gana o se aprende, me suelo repetir cuando las cosas no salen como yo esperaba. Esa tiene que ser la principal premisa del club y la afición para la próxima campaña. No se ha conseguido el ascenso, pero si soy sincero tengo que decir que la temporada fue mucho mejor de lo que servidor esperaba en el mes de junio cuando no había entrenador, ni director deportivo y donde la sensación de estar cayendo por un vórtice era constante gracias a la inactividad de la propiedad.

 

Podemos hablar ahora de los motivos que han dejado al Málaga otro año en Segunda. Son muchos y, como en el descenso el curso anterior, están repartidos. Podemos hablar de una plantilla que en febrero y marzo no estuvo al 100% cuando dejó de creer en Muñiz o del propio entrenador asturiano que no supo mantener la ilusión en sus jugadores con su estilo de juego. Podemos hablar del desastre del mercado invernal para Caminero cuyos fichajes no aparecieron en el momento más importante de la temporada. Podemos hablar de cómo Martí ganó la partida de ajedrez a Víctor con los cambios en la ida y la vuelta, de los palos de Ontiveros que pudieron cambiar toda la película o los fallos de Munir que declinaron la balanza. No analizar todo esto y meterlo en un cajón sería un error muy grave, pese a que el cuerpo te pida empezar a olvidar cuanto antes.

 

“El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. La frase tiene tantos dueños como culpables tiene el hecho de que el conjunto malaguista vaya a estar otro añito en el infierno. Ahora al Málaga le toca aprender y debe hacerlo de una vez por todas por toda esa gente que ayer domingo se levantó con una pena que le masticaba el alma. Vienen curvas y vienen momentos complicados para una entidad que tiene que reinventarse en cuanto a estructura se refiere. Hacer un equipo que ascienda no es freír un huevo y aquí en Málaga tenemos unos dirigentes que se habrían ido a las primeras de cambio del concurso Masterchef.

 

Ojalá, tal y como sentí desde la cabina de la radio, lo ocurrido al final del partido sean las bases sólidas del futuro y los primeros tres puntos de la próxima campaña. Duele y mentimos si decimos que no. Como ya escribí tras el palo del descenso, es ahora cuando el malaguista más siente sus colores. Es así. En los momentos duros esta afición se pone la coraza y con permiso del Zaragoza hace historia en la categoría. No sé a quién se lo leí, pero hay una frase que me ha llegado al alma estos días y que decía algo así. “No hemos ascendido en el plano deportivo pero sí ha sido un ascenso para la masa social del club”. Con eso me quiero quedar, con la sensación de que el malaguismo ha aprendido y camina firme para en apenas un mes volver a entonar aquello de “que sí j****, que vamos a ascender”.