UN GIGANTE QUE ESTABA DORMIDO

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No fue un sueño. Esta mañana cuando el malaguista de a pie ha despertado se ha frotado los ojos recordando lo que vio anoche en su templo. Un equipo grande, con carácter ganador y la capacidad de sobreponerse a una psicosis de meses sin ganar en casa, a la expulsión de correa corta de Keidi Bare y a la presión de verte fuera los puestos de ‘playoffs’ después de tantos meses con el pájaro en mano. El Málaga ha reaccionado y es un gigante dormido que lleva mucho tiempo pasando hambre en la categoría. Y ahora quiere comer…

 

Es injusto destacar a unos más que a otros en un partido que rozó la perfección en casi todos sus ámbitos. La seguridad defensiva, se dejó la portería a cero por primera vez en la ‘Era Víctor’, fue la primera clave. El Málaga no concedió ni con once ni con diez. No hubo un solo momento en el que alguien pudiese preocuparse por el resultado porque el Málaga pasó por encima del Oviedo como no habíamos visto hacerlo esta campaña con nadie. Además, desde la defensa con Juankar y Cifu comenzaron las pesadillas ovetenses cada vez que con su velocidad dejaban atrás a cualquiera. 100% fisicamente aptos para el fútbol planteado por los de Víctor. 

 

Pero aunque he dicho que sería injusto destacar a alguien por encima de los demás, hay dos nombres a los que hay que hacer mención especial sí o sí. El primero es Blanco Leschuk. Jamás tuvo el Málaga un delantero tan importante en su juego. El tiburón organiza muchas veces el fútbol de los costasoleños siendo la punta de lanza del equipo. Es el faro y el guía de los hombres de calidad. Su capacidad de lucha no tiene fin y si al final de curso el Málaga sube será un error recordarle solo por los goles que haya hecho.

 

Otro párrafo tiene que ser para Ontiveros. Estaba juguetón y eso se respiraba desde las horas previas al choque. Su gol, el mejor de la jornada, fue una obra de arte cien veces ensayada que por fin salió en el momento más oportuno. Ontiveros quiere ascender y está dispuesto a cumplir su papel de superhéroe. “Démosle la capa y que sea lo que tenga que ser”, piensa un cuerpo técnico que cada día descubre un poco más al marbellí. Ese futbolista mágico, casi el único que queda en la plantilla boquerona. 

 

Y sería muy injusto no hablar del entrenador después del partido que cuajó su equipo. Estamos hartos de ver que cuando un club gana la estrella es el jugador y cuando pierde el estrellado es el entrenador, véase el binomio Valverde-Messi como ejemplo más claro en los últimos días. Víctor fue atrevido, valiente y decidido en todos sus movimientos. Aspectos clave para un entrenador que ha liberado la capacidad técnica de un equipo que tiene carencias pero también muchas virtudes. El Málaga está de vuelta y aunque de momento el tercer puesto suena a carambola, yo quiero pensar que iremos a Albacete con opciones de llevarnos la ventaja para unos playoffs que hoy vuelven a ilusionar al personal. Soñad, que es gratis. ¡Sí se puede!