Compartir esta publicación
@SuarezRMarca | Ha llovido mucho desde los tiempos de Garbajosa, Herrmann, Pepe Sánchez, Scariolo y demás leyendas del Unicaja. Desde aquel ya lejano 2006 en el que el Unicaja subió a los altares del baloncesto para recoger su título de campeón de Liga, el último que aparece en sus vitrinas. Desde 2008, en la primera temporada de Aíto en el banquillo, en el que se jugó por última vez una final.
Hoy, a partir de las 19 horas, después del aperitivo del concurso de triples, los malagueños tienen la oportunidad de volver a saborear el dulce sabor del triunfo, de devolver a este club a lo más alto del panorama nacional. La Supercopa gusta en Málaga y el Carpena lo demostró anoche llenando las gradas, creando un ambiente ensordecedor que impidió que el Correcaminos blanco luciese su habitual ‘bip bip’. Luego, el Coyote hizo su trabajo y aprovechando la marea verde se lo zampó.
Lo bueno es que no ha tenido suficiente, aún las triplas se le mueven buscando alimento. Y por eso está ansioso porque lleguen las 19 horas de este sábado 3 de octubre. A esa hora, en una atmósfera aún más cargada que el viernes, el Unicaja querrá merendarse al Barcelona. Un Barça muy cambiado, con un juego interior muy reforzado pero que ayer, ante un débil Gran Canaria, destacó por sus triples. Eriksson -vaya recuperación la del joven sueco- y Doellmann se bastaron solitos para hundir a los insulares. Es de esperar que los Arroyo, Satoransky, Perperoglu o Lawal, por poner un ejemplo, den un paso adelante en su rendimiento. Y, por si fuera poco, está la amenaza de la Bomba Navarro, que puede volver a jugar.
Pero que vengan, que se junten todos dice el Coyote, que hay calidad y físico en las filas verdes para mover piedras en acantilados, para poner cuerdas y trampas en el camino, para demostrar que este Unicaja quiere y puede engullir al Correcaminos. Los tiempos cambian, los finales también.
El Unicaja