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En las dos últimas semanas, de manera especial desde que al Málaga CF lo eliminase de la Copa del Rey el Numancia, un sector de la afición malaguista ha estado poniendo desde las redes sociales en tela de juicio el buen hacer y la capacidad de Míchel para poder salvar al club blanquiazul del descenso. Lo han hecho con la mala baba habitual de aquellos que siguen defendiendo al presidente de la entìdad malacitana, Abdullah Bin Nasser Al Thani, pese a la penosa y perjudicial "gestión" de este señor y sus consejeros. No quieren admitir que la deriva del club costasoleño se fundamenta en la falta de inversión, las ventas inadecuadas por ese motivo y los errores e imposiciones en los fichajes del máximo mandatario.
Ante esa situación, Míchel y su equipo de trabajo, ahora, como antes Javi Gracia o Bernd Schuster en la parcela deportiva, van haciendo milagros temporada tras temporada ante los desmanes presidenciales. El equipo blanquiazul ha conseguido mantener su portería sin encajar goles en los dos últimos encuentros. Desde atrás hacia adelante se forman los equipos, lo que facilita el trabajo del centro del campo y permite mejor llegada en el ataque. El míster malaguista empieza a conseguir equilibrar un equipo que, en su globalidad, tendría problemas para estar en la zona alta de la Segunda División.
Frente a la Real Sociedad, todo esto que escribo y viene viéndose en las últimas jornadas, se completó con el acierto en la delantera. Cierto es que con dos penalties, uno materializado por Borja Bastón y otro tras fallar su lanzamiento y aprovechar el rechace Chory Castro. Pero también le fue anulado un gol legal a Peñaranda. Tres puntos de oro y oxígeno para no descolgarse en la clasificación y depender de sí mismo para lograr la permanencia.
Los próximos seis puntos pueden dejar calladas muchas bocas y un nuevo milagro deportivo en La Rosaleda. Pues va a ser que Míchel sí sabe de fútbol y sí tiene trabajado al equipo.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.