La Térmica, el centro de cultura contemporánea de la Diputación de Málaga, presenta la obra más reciente de la artista cubana Diana Fonseca reunida en la muestra ‘Entelequia’. La exposición, que se inaugura este jueves 16 de octubre y se podrá visitar hasta el 15 de febrero, está compuesta por once piezas de mediano y gran formato que incluyen escultura, vídeo, pintura y arte instalativo principalmente, con las que presenta un collage emocional, una recopilación de objetos que sirven como canales de conexión con el mundo interior de la artista pero que hablan, al mismo tiempo, del sentir de una generación. Sus obras, compuestas con materiales cotidianos, están atravesadas por reflexiones sobre el tiempo, la culpa, el desarraigo, el recuerdo de la tierra que tuvo que ser abandonada, la libertad y la nostalgia.
Manuel López Mestanza, vicepresidente de Cultura de la Diputación Provincial de Málaga, ha presentado esta mañana la muestra en compañía de la artista Diana Fonseca. “Sus piezas son espejos que reflejan tanto su historia como el sentir de aquellos que se vieron obligados al desplazamiento, que viven entre la memoria y la búsqueda de identidad en un territorio nuevo”, ha comentado. El vicepresidente de Cultura también ha señalado que, con esta muestra, La Térmica sigue “apostando por dar cabida a voces internacionales que, como la de Fonseca, enriquecen nuestro panorama cultural y reflejan la diversidad del arte contemporáneao”.
Por su parte, Fonseca explica que concibe su práctica artística como su propia entelequia: el ser humano tiende a buscar lo bello, lo que evoluciona y se perfecciona, y el arte se convierte en el medio más genuino para emprender ese viaje de autorrealización. Su proceso creativo nace de emociones y experiencias personales, aunque muchas veces refleja también un sentir colectivo.

“Llevo cuatro años viviendo fuera de Cuba, en Madrid, y la exposición tiene que ver también con todo esto, con la nostalgia, las nuevas necesidades que se crean, los nuevos pensamientos, la culpa de haber dejado a amigos y a familia detrás, tiene que ver con mis sentimientos, con la manera de mirar la vida nueva, en un nuevo lugar, en un nuevo contexto y cómo adaptarme a ello”, asegura Fonseca. También apunta que ‘Entelequia’ es una muestra muy biográfica, pero, a la vez, cualquiera puede sentirse identificado con ella. “Mi idea es que sirva de espejo a otros, que la gente de alguna manera se acerque a mí, pero también a mi cultura, al sentir de mi generación”, apunta la artista.
El tiempo, la culpa, la nostalgia y la libertad en la obra de Diana Fonseca
Diana Fonseca pretende canalizar y exorcizar sus pensamientos y emociones a través del arte como objeto metafórico. El tiempo tiene una presencia importante en la muestra. En la pieza ‘El tiempo y su retórica’ reflexiona sobre las dinámicas de este y su percepción colocando en una estantería circular 250 libros que contienen todos ellos en los títulos de sus tomos la palabra ‘tiempo’. También es protagonista en otra instalación en la que veinte relojes metálicos incompletos siguen funcionando a pesar de faltarle algún pedazo, cuestionando la idea de precisión y continuidad. El tiempo, parece decir Fonseca, “no se mide por la exactitud sino por la experiencia que lo habita”.
La nostalgia es otra línea maestra de su trabajo. En ‘Diagrama de un recuerdo’, una escultura sonora realizada con tuberías hidráulicas recrea el skyline de La Habana, habla de su magia y también de su precariedad, de grifos que gotean y agua que escasea. Y en la pieza ‘Contemplación’, decenas de cajas de cerillas pintadas componen el océano que tuvo que cruzar y que la separa de su tierra natal. Y en este nuevo mundo, Fonseca siente que ‘La libertad dibuja un difícil paisaje’ y lo representa con una instalación de candados y vegetación. Los recuerdos infantiles y sus sueños, frustrados por la realidad, también se cuelan en el vídeo ‘Pasatiempo’.

En el centro de la sala, una gran jaula de hierro suspendida del techo sirve a la artista para pensar en la libertad y en el concepto tan estereotipado que le otorga una mayoría. Igual que los barrotes, las tijeras soldadas en un círculo sin principio ni fin, reiterativo y constante, hablan de las inercias difíciles de romper, como los eslabones de la escultura ‘La culpa’, creada con una cadena de hierro que se va engrosando y termina en un grillete, que ilustra cómo puede ir creciendo un sentimiento hasta el punto de atraparnos, prisioneros de la culpa, inmovilizados por su peso.
El poder simbólico del objeto cotidiano transformado en arte
La obra de Diana Fonseca se caracteriza por su capacidad para desmontar lo cotidiano otorgándole un gran poder simbólico. A través de objetos simples —tijeras, relojes, flores, libros, cerillas— construye un universo cargado de poesía y reflexión, donde la materia se convierte en metáfora de la experiencia humana. Su práctica, delicada y precisa, invita a mirar, a detenerse frente a la obra y a encontrar belleza en lo frágil y lo imperfecto.
Graduada del Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, Fonseca ha desarrollado una sólida trayectoria internacional, con exposiciones en museos y galerías de Cuba, Europa y Estados Unidos. Su obra aborda lo cotidiano y lo banal desde una mirada lírica y crítica. En 2015 fue galardonada con el Premio de adquisición EFG Bank & ArtNexus en Bogotá.