De la barra libre al Málaga de los castigos

El Málaga ha vuelto a vivir una semana en la que se ha hablado muy poco del partido contra el Levante y mucho de los extra futbolístico. Los rumores de la compra desde Catar, la salida de Lumor por indisciplina y el caso N’Diaye que ha acabado con el jugador apartado del equipo entrenando en solitario en el Anexo. Una semana desastrosa que no ha gustado nada a Sergio Pellicer, que lo dejó claro ante los medios. Al menos se puede decir claramente que las cosas han cambiado claramente en el Málaga CF en cuanto a los casos de problemas de vestuario. 

El club boquerón ha pasado de tener un vestuario problemático en el que no había sanciones internas, a tener una mano dura necesaria en momentos de zozobra como los que está viviendo en conjunto de La Rosaleda. Hay que remontarse al curso pasado para recordar los problemas que protagonizó Antoñín, sin ir más lejos. El canterano de La Palmilla echó un pulso al club pidiendo una salida que no se materializó y que acabó con José Alberto López fuera. Más tarde, ocurrió la ya famosa pachanga del jugador en su barrio. Un acto de indisciplina que no pasó a mayores. También salieron a la luz algunos casos de jugadores que en su vida privada no se cuidaban demasiado sin que nadie metiera la mano en el asunto. Solo Guede, en algunas charlas lanzó algunos dardos.

Ahora, con Pellicer al mando, todo es distinto. El entrenador ha cortado rápidamente por lo sano el tema N’Diaye. Pellicer es un míster paternal, por lo que ha tenido que tener muy claro el tema. Todo el mundo recuerda el escarceo en época Covid de Mejías y como el de Nules lo metió en dinámica y pasó de puntillas ayudando al jugador. Con Lumor tampoco se ha tenido mucha paciencia. Estos dos casos demuestran la madurez del Málaga a la hora de tratar problemas de vestuario entre la temporada pasada y esta.