«45 minutos y dos puntos a la basura»

Me levanté el domingo con el cuerpo ‘trastocao’ con el dichoso cambio horario y la cantinela de “a las 2 son las 3”, pensando en las cuentas del Málaga tras conocer los resultados de sus rivales más directo ocurridos el sábado. La calculadora empieza a funcionar siempre contando de inicio que, frente al Linares, los tres puntos se van a quedar en La Rosaleda. El Córdoba, segundo en la tabla, ha empatado, nos pondremos a dos puntos; el Castellón, aferrado al liderato, ha ganado, seguiremos a siete puntos; y como el Recre ha perdido, le meteremos tres puntos más de distancia para no tener que estar mirando por el retrovisor a la sexta plaza fuera de los puestos de las eliminatorias por el título. ¡Anda!, el Ibiza sigue en caída libre y pierde por la mañana… con la victoria la tercera plaza es nuestra y le meteremos dos puntos más. ¡Ole!

Todo es maravilloso hasta que, como en el cuento de ‘La Lechera’, los sueños se disipan y nos damos de bruces con la dura realidad. En La Rosaleda se produjeron dos baños al mismo tiempo. El primero, el que sufrieron los jugadores y los que asistieron al partido como consecuencia de la lluvia dejada por la borrasca Nelson (menuda ruina de Semana Santa, al mismo tiempo que supuso un alivio para contrarrestar la sequía), y el segundo, el que el técnico del Linares le dio a Sergio Pellicer durante el primer tiempo y el comienzo del segundo. Sinceramente, parecía que el equipo de Linarejos fuera el que luchara por ascender y el Málaga por eludir el descenso. La vida al revés. Si el marcador al descanso fue solo de 0 – 1 se debió, una vez más, a la actuación milagrosa del ‘Santo’ Alfonso Herrero. Sus intervenciones privaron a los visitantes de marcharse al intermedio con un marcador más amplio a su favor. Y es que, una vez más, el Málaga tiró 45 minutos a la basura.

La película se repitió, como en otros tantos partidos de esta temporada, con el juego de un lado a otro, sin profundidad, como el limpiaparabrisas de un coche; con Roberto en la punta del ataque más solo que un colegio en vacaciones; la defensa desbordada con los envíos largos del Linares en busca de la rapidez de sus delanteros; y, por fortuna, con Alfonso Herrero erigido en héroe con sus intervenciones. Menos mal que en la segunda parte se produjo una de las mejores noticias de la temporada: la vuelta de Ramón Enríquez a la competición. Después de casi un año fuera de los terrenos de juego por aquella maldita lesión en Lugo, el centrocampista dio una lección de dirección y mando, ofreciéndose siempre para dar salida al equipo, con un importante repertorio de pases entre líneas, y encima, robos de balón en tareas defensivas.

¡Cuánto tiempo hemos echado de menos a Ramón y cuánto hubiera aportado al equipo de estar en condiciones de jugar! Capítulo de Ramón al margen, cuando Roberto encuentra socios en el ataque, el Málaga está más cerca del gol. Dioni ofreció más presencia en el área contraria, los jugadores de banda empezaron a realizar centros, y el equipo en su conjunto se afianzó y demostró querer ir a por el partido. Nada que ver con el desastre del primer tiempo. Acabo refiriéndome a Kevin y a Sergio Pellicer. Del primero veo con preocupación cómo se está quedando en fuego de artificios lejos del futbolista desequilibrante que deseamos ver, y del entrenador me preocupa su respuesta tardía cuando el Linares se estaba comiendo, literalmente, a su equipo en La Rosaleda. El próximo domingo viene un hueso duro de roer, el Ceuta, equipo de mayor potencial y que, a buen seguro, no perdonará reacciones tardías. Espero que no se vuelvan a tirar 45 minutos a la basura.

José Manuel Velasco

Redactor Onda Cero Málaga