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Le será rentable al Unicaja este aviso para el futuro. El equipo malagueño ganó en Oostende (85-92) y se estrena con triunfo en BCL, lo positivo de una noche irritante en Flandes. Por culpa propia y ajena, muy atrevido el campeón de Bélgica, que creó en muchos momentos con sorprender a la máquina malagueña. Incómodos, sin chispa y un marcador peligroso hasta el final del tercer cuarto, con seis abajo. Se puso el mono de trabajo el Unicaja para darle la vuelta con un 3-19. Suficiente. Pero es un recordatorio de la complejidad de ganar partidos, da igual la competición y el escenario. Empieza a coger forma el liderato en esta primera fase.
En la maraña preparada por el equipo belga, el Unicaja entró al partido con rigor y seriedad en su baloncesto. El proceso en Oostende fue al contrario de lo que moldea el conjunto malagueño, que va madurando los partidos, esa parte del ADN de hacerlos largos y que el rival entregue la cuchara. Ver a Osetkowski con mucho acierto, el toque que acostumbra el californiano en los días lúcidos. Kam Taylor contenía. Perry y Sima reforzaban las señales del inicio de temporada. Le fue suficiente al Unicaja para comandar un buen primer cuarto (16-24). De menos a más el campeón de BCL, que controlaba un partido con su peligro y el desconocimiento. Es una pista que ya jugó el Unicaja en 2022, pero solo conservan ese recuerdo Alberto Díaz y Jonathan Barreiro. Sin Tillie, que no viajó a Málaga. Tampoco Tyson Pérez.
Ibon por primera vez optó por su trío de cincos. Es fase de laboratorio aún, antes de que los partidos aumenten su trascendencia. Pero la puesta en escena en Oostende fue positiva. De gestionar la renta y en ese piloto automático. Pero el Unicaja perdió el control con el 20-31, después de una buena secuencia formada por Kravish, Ejim y Carter. La energía era otra. Los empujones de Oostende, que se benefició con el tiro libre. Errores del Unicaja en el cuidado del balón, el liderazgo de Gillet, quizá el jugador más aseado del conjunto belga. Todo ello permitió que el partido se apretara. Balcerowski hacía una falta de tres puntos incomprensible, también Dylan.
La relajación emergió, entendible por una superioridad aplastante. Pero esto es Europa y los partidos se cocinan, por muchos que seas campeón de BCL. Oostende es un equipo con mucha tradición. Kalinoski anotó un par de buenos triples, misma cantidad que en las penetraciones de Perry. Un lanzamiento con parábola de Osetkowski y una entrada del montenegrino mantenían el pulso al descanso (44-46). Sin tener el partido controlado, pero con el poso de aguantar los apretones de un cuadro belga que creía.
Mantuvo la iniciativa el Unicaja en un tercer cuarto que juntó el desarrollo de la primera parte. Hasta el ecuador, del Unicaja, que conservaba esa ligera renta. Evitó los parciales de Oostende hasta un estallido de Meeusen, talentoso jugador local. Anotaba dos triples seguidos. Crecía el ruido en el pabellón y el Unicaja comenzó a jugar con fuego (70-64). Excesiva calma, falta de tensión con balón y sin manos. Rostros de sorpresa ante una situación nueva esta temporada. De nuevo lastrado por el bonus, cinco pérdidas y solo seis canastas en juego, casi todas en el arranque.
Y la reacción fue de equipo grande, de muchos tiros dados en estos escenarios. Un equipo que remontó en el WiZink, en una semifinal negra de BCL con el UCAM en Belgrado. Lo lleva en la sangre. Del 70-64 al 74-83. Parcial de 3-19, esa capacidad de autogestión aplastante. Juntó Ibon a esa pareja Olek-Dylan, magnífico el californiano. Y el polaco, con dos grandes tapones, establecía el poso en ambos lados de la pista. Ese nivel de tensión y el Oostende ya contempló al monstruo. Hizo la goma el rival, el equipo malagueño otorgó alguna vida a los belgas, pero no se escapó. El Unicaja salió de una trampa a tiempo. Un equipo campeón. ¿Cuántos equipos hay en Europa con tal fiabilidad? El Unicaja es élite. Y da el primer aviso en BCL.