EUROPA PARA EL MÁLAGA, COMO AGUA PARA CHOCOLATE

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Empieza a ser preocupante. Cuando el equipo quiere no puede y cuando no quiere tampoco puede. Total, que de un tiempo a esta parte, cuando no resucitamos a equipos muertos, tampoco sabemos darles el tiro de gracia a aquellos que no dan demasiadas señales de vida. Pasó frente a la peor Real Sociedad de las últimas jornadas, que llegó a la capital de la Costa del Sol con cierta aureola europea, y se fue dejando la impresión habitual, que juega para no descender y gracias.

 

Pero los malaguistas, que está vez pusieron todo lo que había que poner sobre el césped -ya iba siendo hora-, no fueron capaces de cerrar el envite y como suele suceder en estos casos el rival tuvo una ocasión y la aprovechó.

 

Del Cerro Grande, que físicamente es de lo mejor del arbitraje español pero disciplinariamente deja mucho que desear, desquició a unos y a otros con el paso de los minutos. Al Málaga le fue sacando poco a poco del encuentro con tarjetas y errores tontos que no venían a cuento. Ahora bien, si alguien sacó a los suyos de verdad del partido ese fue Javi Gracia.

 

Erró en los cambios y, al igual que sus jugadores, dio el encuentro por finiquitado quince minutos antes del final del mismo. Y en el pecado llevaron todos la penitencia. La salida de Duda por Juanmi para dar pausa al juego, pero con un impresionante Amrabat sobre el césped, sólo sirvió para que todos nos diésemos cuenta de que el portugués no está para jugar al ritmo del marroquí de origen holandés.

 

La entrada de Ricardo Horta, otras veces espectacular, por Samuel, fue un paso atrás en la buena presión que el primero realizaba sobre la defensa donostiarra. Lo de Javi Guerra por Amrabat, a tres minutos del final, no cuenta. Fue a la desesperada.

Pero, aunque su temporada sigue siendo de matrícula, lo que sí cuenta es lo que tardó el entrenador blanquiazul en darse cuenta de que la Real Sociedad quiso jugar el tramo final del choque con dos nueve puros y que debió incrustar desde ese momento a Recio como un central más para contener las llegadas de los txuri urdin. No lo hizo a tiempo y al Málaga le costó ceder un empate cuando debió ganar casi por goleada. Europa para los costasoleños empieza a ser como agua para chocolate.