PEDRO APARICIO, MÁLAGA PIERDE A UNO DE SUS MEJORES HIJOS

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El tiempo da una perspectiva de todas las situaciones de la vida que en el día a día es muy complicado relativizar. Posiblemente la mayoría de los mortales, lejos de la capacidad de personas como el que fuese alcalde de Málaga, Pedro Aparicio, no suele, no solemos tener la capacidad de análisis en la inmediatez.

 

Posiblemente en esta Málaga "madrastra", como en otras tantas ocasiones, se ha sido incapaz de valorar la figura política y la calidad humana de Aparicio. El primer regidor de la democracia en la Casona del Parque,a excepción hecha de su última legislatura, transformó la ciudad y convirtió los plenos municipales en una sesión de citas literarias al tiempo que esgrimió una corrección exquisita.

 

Aparicio fue un hombre educado y respetuoso pero además trató casi siempre de encontrar el consenso con los partidos de la oposición, en años donde el PCE-A, posteriormente IUCA, junto al Partido Andalucista, eran mucho más beligerantes que los partidos del centro derecha.

 

Vivió dos inundaciones terribles y estuvo al pie del cañón, inasequible al desaliento, mientras le embargaba la tristeza. Siempre fue un romántico, presenciando el espectáculo dantesco y la ruina que ambas dejaron a su paso en miles de familias malagueñas. Aquella noche de 1989 no dejó de intervenir para tranquilizar a los ciudadanos de Málaga y la provincia en la única emisora que aguantó informando toda la noche y la madrugada: la Cadena COPE. Posteriormente, agradeció a todo ese equipo y a su entonces director el esfuerzo de todos sus profesionales.

 

Con Pedro en la alcaldía se reformó e inauguró el Teatro Cervantes, la Casa Natal del insigne Pablo Ruiz Picasso, y una obra oculta pero imprescindible, el saneamiento integral de la capital y sus barrios.

 

Al glosar la figura de Aparicio, se debe recordar también su poca habilidad para salvar de la desaparición al extinto C.D. Málaga y la nula gestión económica de su última legislatura, que llevó a la ruina a cientos de empresas de pequeños y medianos empresarios por graves impagos del Ayuntamiento malagueño.

 

Sin embargo, se han de destacar las buenas virtudes sobre las que lo son menos en la hora del adiós, sobre todo en un hombre que supo diseñar la Málaga del futuro intentando no obviar a la del presente que le ocupaba. Amante, hasta limites insospechados, de la música clásica, convirtió a la Orquesta Sinfónica Ciudad de Málaga en un referente internacional. También supo impulsar el esfuerzo vecinal para hacer de la Feria del centro una nueva Feria de día y marcar una nueva impronta de las Fiestas Malagueñas.

 

Se nos ha ido, pues, un hijo de Málaga de los pies a la cabeza, porque ya saben aquello que afirma mi amigo Pedro Luis Gómez, diario SUR, de que “el malagueño nace donde quiere pero no por ello deja de serlo”.

 

Descanse en paz, Don Pedro Aparicio, alcalde de Málaga.