El ‘Corderazo’ cumple un año hoy. Del césped de Tarragona al cielo: Primer aniversario del ascenso que cambió la historia reciente del Málaga CF.
22 de junio de 2024. Amanece en la capital de la Costa del Sol. Hace calor. Toda Málaga despierta con un pensamiento en común. Es hoy. Muchos malaguistas amanecieron en Tarragona, otros a 1.000 kilómetros, pero todos y cada uno de ellos compartían el mismo sentimiento. Un año largo, duro y difícil, a la par que bonito, terminaba esa noche. Solo quedaba un partido, una oportunidad. Resultado favorable en la ida (2-1) pero el hándicap de jugar la vuelta fuera y, en caso de empate, no ascender. Ilusión y terror. En Tarragona ya tenían vallada la fuente para ir a celebrar. Se acerca la hora de comer y tienes cerrado hasta el estómago. Te empiezas a preparar, ya sea para ir a verlo con amigos, familia, ir al Cortijo de Torres o vivirlo solo en tu casa. Camiseta de la suerte y a por ello.
19:30 horas. Una hora para que empiece el partido y ya no puedes más. Notificación en el móvil. Once del Málaga. Alfonso Herrero en portería, defensa para Jokin Gabilondo, Juande, Einar Galilea y Víctor García; sala de máquinas para Genaro, Manu Molina y Dani Lorenzo; para el gol, Kevin Medina, David Ferreiro y Roberto. Buen once. Una idea clara en la cabeza de todos: Que sea el partido más aburrido de la historia del fútbol y que no pase nada. Guión perfecto en la primera mitad. Un Málaga CF rocoso, sólido y con personalidad. En el descanso se saborea el ascenso. Pero esto no iba a ser tan fácil pese a la expulsión de Nacho González en el 63′.
Minuto 72′ de partido y Alan Godoy marca el primero. Desajuste defensivo, un rebote y para dentro. No lo puedes creer. No puede ser. Hay que aguantar y en la prórroga que sea lo que Dios quiera. Mala pinta. Nos vamos al tiempo extra y hay que meter un gol como sea. Pues aquí tienes dos tazas. Nada más arrancar la prórroga, testarazo de Santamaría para poner el segundo. Esto ya pinta muy difícil. Hay que ir a la desesperada. Salen los niños y a quemar las naves. En un acto de sinvergonzonerío total, Aarón Ochoa se olvida de que tiene 16 años y se echa el equipo a la espalda. Derechazo desde la frontal, rebote y Dioni para recortar diferencias. Quién podía meter ese gol si no era el máximo goleador histórico de la categoría. Cuidado que estamos a un gol. No creo que lo hagamos, pero ojo.
Lluvia de balones en el Nou Estadi y se para el partido. Esto no puede estar pasando. Jugadores y árbitros al vestuario. No hay malaguista que no se le viniera automáticamente a la cabeza el ascenso del Córdoba en Las Palmas. Espérate que lo mismo lo hacemos. Se reanuda el juego y ahora la lluvia de balones es sobre el área de Alberto Varo. Eder Mallo añade dos. Un de estas tiene que ser. Manu Molina la recoge en la frontal, la mete y rechazan de nuevo. Pero Víctor García todavía tenía una bananita más en el bolsillo.
Roberto remata, le cae a Cordero… y silencio. Un año entero de sentimientos y trabajo conservados en un disparo. Qué digo un año, la historia y el futuro. Dicho por los mandatarios del club, la viabilidad de la entidad en esa categoría era de tres años. Tres vidas o ‘game over’. Necesidad de escapar. No sé cómo, pero a Antoñito le dio tiempo a amagar y golpear. Tocó en Varo, hizo la parábola más lenta de la historia del fútbol. Le da calabazas a un larguero que era puro malaguismo y para dentro. Simplemente inqualificable, no hi ha paraules.
Lo hemos hecho. Lloras, ríes, abrazas, besas… y te acuerdas de quién te hizo malaguista para vivir noches así. Porque, aunque la historia se esfuerce en negarlo, esto es ser malaguista. No lo es ganar como en este caso, lo es entrar en éxtasis por un ascenso de Primera RFEF a Segunda. Que se queden ellos la Champions que yo me voy al aeropuerto y al centro de mi ciudad a celebrar el ascenso.
