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La gran sentada del Málaga CF, a escena…

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Algo serio no funciona en el Málaga CF, ni en la zona noble —lo que no es novedad—, ni en la dirección técnica del equipo, léase un Sergio Pellicer desquiciado, ni en el vestuario, donde los futbolistas parece que han dejado de ser esa familia unida de las últimas temporadas, con matices, claro. Llegados a este punto de la temporada, con tres derrotas consecutivas y 1/12 en el puntaje que diría Pellegrini, se están encendiendo todas las alarmas.

Y no solo por lo que ya ha pasado, sino por lo que viene: el conjunto malacitano deberá mejorar, y mucho, si quiere ganar la próxima jornada al Racing de Santander en tierras santanderinas y aún más para derrotar al Deportivo de La Coruña en Martiricos. Los fuegos de artificio de la pretemporada han desaparecido y ya casi no queda nada de la noche mágica frente al Real Betis o del arranque de la Liga Hypermotion, con más goles y puntos que fútbol. Ayer en Burgos se pudo empatar y no perder, también frente al Cádiz CF o en Huesca, e incluso frente al Granada, pero entre unas cosas y otras los costasoleños son un alma en pena desde hace cuatro jornadas. Así que, como aún no es plan de personalizar las culpas contra ningún jugador y quizás sea pronto para pedir que ruede la cabeza del de Nules y, de paso, la de Loren Juarros, director deportivo, cuyo trabajo empieza a parecer insuficiente a todas luces, igual es posible entre todos encontrar una solución.

“La gran sentada” del Málaga CF, que en su día promoviese el Sabio de Hortaleza, Luis Aragonés, para la Selección Española, y que tan buen resultado dio al fútbol patrio. Lo primero de todo es preguntarle a Sergio Pellicer qué narices le pasa. Desde la pretemporada hasta hoy no para de enviar mensajes a los que mandan en la zona noble. No está conforme con casi nada y señala los fallos de sus futbolistas sobre el terreno de juego, cosa inusual en él, dando la impresión de que se quiere quitar el muerto de lo que está ocurriendo. Añade a ello el discurso de que la falta de concentración, los fallos groseros, unidos a la juventud de la plantilla y la falta de gol penalizan al equipo. Lo que no dice es que a su equipo no se le recuerda una jugada a balón parado con un mínimo de distracción para el adversario. Que no ha encontrado aún el sistema de juego base en lo que va de temporada, que reacciona tarde y mal a lo que propone su homólogo en el banquillo de al lado y que está gestionando los cambios y la plaga de las lesiones de auténtica pena.

Cierto es que desde la zona noble del club le ayudan poco y le dejan el “mochuelo” de ser el único referente institucional del club delante de los medios de comunicación durante meses. Pero lo uno no elude su responsabilidad en lo otro. Es más, si no está a gusto que lo diga donde deba de decirlo y lo solucione; de lo contrario, lo que debe hacer es irse. Si en el vestuario hay futbolistas con más veteranía o incluso futuribles “estrellas” de la cantera que le faltan al respeto porque los dirigentes del club malacitano no le han reforzado de forma conveniente su principio de autoridad, lo que tiene que hacer es apartarlos del equipo y enviarlos a la grada.

Los futbolistas, por su parte —sobre todo algunos—, deben demostrar un mayor compromiso del que estamos viendo el último mes de competición. Algunos ya se han acomodado, puesto que no hay competencia por la titularidad, mitad por las lesiones, mitad porque lo que ha fichado Loren Juarros de segunda unidad o no sirve para la categoría o está a años luz de los teóricos titulares. Y entretanto, Kike Pérez, director general, no dice esta boca es mía, y el administrador judicial, José María Muñoz, que se supone que hace las veces de “presidente” de la entidad malagueña cuando le interesa, sigue haciendo mutis por el foro.

Si a todo esto unimos que el “míster” sigue colocando a jugadores de ataque fuera de su sitio y que el centro del campo es una verbena en la contención del ataque de los rivales, pues mal vamos. De momento, el Pellicer de este curso liguero se ha “borrado” del banquillo los dos próximos partidos con sus airadas y absurdas protestas al colegiado del encuentro de ayer en Burgos, ya con el envite finalizado. Anda fuera de sí el de Nules y eso no le interesa ni a él ni al equipo. Lo dicho, “la gran sentada del Málaga CF” es más que necesaria, antes de que sea demasiado tarde y ya no tenga sentido alguno.

¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.

Postdata: la semana pasada nos dejaba una buena persona, un magnífico periodista del motor y un compañero de los que ya no quedan, por lo que siempre será recordado. A Antonio Diestro, q. e. p. d., podía haberle escrito unas líneas o un artículo aparte en un obituario en nuestra web, pero he decidido escribírselo de esta forma para que tenga la visibilidad en nuestros lectores que él se merecía.

Diestro fue un trabajador incansable y siempre preocupado por su Málaga CF, y estos últimos años, preocupado por las andanzas de los exdirigentes de Catar que tanto ha sufrido el malaguismo. Profesional honesto, incansable y divulgador de las noticias del mundo del motor en Málaga, desarrolló una amplia trayectoria en prensa, radio y televisión.

El Mundo, La Opinión de Málaga o el Diario Málaga Costa del Sol, entre otros, disfrutaron de su sapiencia y sobrada cualificación para informar de forma locuaz y agradable de las novedades del motor en los distintos concesionarios de Málaga y la provincia. En sus últimos años de vida, siempre que hablábamos me decía “maestro”; nunca lo entendí porque era mayor que yo, tenía más experiencia y sabiduría, razón por la que yo siempre le recriminaba el elogio y se lo devolvía con creces.

Viendo la reacción de sus amigos esta última semana —Carlos Sedano o el histórico Gabriel García, entre otros grandes ilustres de la información del motor en nuestra ciudad— lo he entendido. Antonio Diestro fue tan aplicado y humilde en su quehacer diario que siempre se consideró un alumno que aprendía constantemente de todo el mundo. ¡Qué gran lección de vida!, maestro del buen periodismo y de las buenas cosas, cuídanos a todos desde tu tribuna celestial y brinda por nosotros elevando desde el cielo tu copa de vino, que aquí abajo haremos lo mismo cada vez que te recordemos, amigo Antonio.

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