«Oh Málaga is wonderful»

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Me parece ‘wonderful’ la iniciativa del club de realizar un encuentro con aficionados malaguistas en Oxford con motivo del partido contra el equipo inglés. No hay que nacer en Málaga para sentir los colores de nuestro equipo, sino vivir cada cual su experiencia por la que decimos que se es ‘malaguista’. Iniciativas así estrechan los vínculos entre el club y el equipo con el seguidor, por más que ni el resultado, como tampoco el juego desplegado por los jugadores cerca de una de las universidades más famosas del mundo, estuviera a la altura de las circunstancias.

Ya que hablo de la experiencia vivida en Oxford, me centro en el ’Guiri Army’, todo un ejemplo de cómo vivir unos colores y defender un escudo. Los hemos visto en los campos de la geografía española, y no puedo olvidar momentos como los vividos en Leeds y Oporto contra el Boavista en la Copa de la UEFA, o en la Champions donde tampoco faltaron dando su apoyo al equipo. Algo tendrá nuestra ciudad, nuestra provincia y nuestro club que se nos escapa, para que personas que ni siquiera hablan español o no han nacido aquí, canten ¡Oh Málaga Is Wonderful! tanto en referencia al equipo como a la ciudad y la provincia. Esto debe servirnos para apreciar en su justa medida lo que tenemos.

Para sentir más orgullos de lo que es el malaguismo, les cuento una experiencia que viví en el mítico y desaparecido estadio Insular canario en la temporada del ascenso a 1ª división con Joaquín Peiró en el banquillo. Me encontraba realizando la previa radiofónica del partido contra la UD Las Palmas a pie de campo (eran tiempos en los que se podía trabajar con normalidad antes de la dictadura impuesta por Tebas al frente de la Liga), cuando en medio de la grada repleta de aficionados con la camiseta amarilla, destacaba una blanquiazul enfundada por un chico que no tendría más de 15 años. No di crédito y en pleno directo me acerqué para cuestionar al chaval cómo era posible que se encontrara allí solo entre tanto aficionado ‘pío-pío’. Su respuesta me emocionó. El chaval, del que lamentablemente no guardo su contacto, me dijo que era abonado de la UD pero que había nacido en Málaga, y con un perfecto acento ‘canarión’ me explicó que sus padres se trasladaron a Las Palmas por motivos laborales cuando él tan solo tenía dos o tres meses. “El Málaga es un sentimiento” espetó para consolidar sus argumentos y me aclaró que sus compañeros de la peña respetaban que ese día tan especial, él luciera la camiseta del equipo de sus amores. Por cierto, el Málaga empató con aquel gol de Catanha sobre el pitido final en una jugada esplendorosa, y unas semanas después llegó el ascenso a lo más alto del fútbol español. Seguro que aquél canario – boquerón lo celebró por todo lo alto.

De lo deportivo, ya dije la semana pasada en Con Rigor que había que mantener los pies en el suelo y la ilusión por las nubes. Los resultados obtenidos por el equipo en los dos últimos amistosos no fueron los esperados, así como tampoco las sensaciones transmitidas. Sin embargo, nos queda el próximo duelo frente al Betis en el Trofeo Costa del Sol que nos servirá para extraer conclusiones de cara al inicio de la temporada contra el Éibar. Seguro que el equipo mostrará más intensidad que la exhibida frente al Al Wakrah y el Oxford, lógico si tenemos en cuenta las cargas de trabajo de la pretemporada y la disputa de dos partidos en un corto espacio de tiempo. Lo bueno, se acerca.

PD No puedo comprender que el Oxford impidiera la retransmisión televisiva de un partido de pretemporada. Lamentable decisión que debe servir para tener esta circunstancia en cuenta de cara al futuro.

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