El templo blanquiazul albergará en poco menos de una semana tres encuentros sobre su tapete. Este pasado viernes, partido liguero ante el Levante, fin de semana con la selección española y una Noruega sin Haaland. Y por último, este lunes cita clave para los de Pellicer ante el Leganés. Un maratón para el verde de La Rosaleda.
Mucho trabajo por delante para evitar que la superficie del templo quede en mal estado. Son los últimos servicios que la hierba de La Rosaleda ofrecerá esta temporada. Después del cambio de piel que tuvo lugar el pasado mes de octubre donde el césped se preparó para temperaturas más frías, ahora deberá soportar tres partidos casi a renglón seguido.
Los encargados del tapete multiplicarán sus esfuerzos. Hace años era habitual ver jugar al Málaga en La Rosaleda y posteriormente al filial también en el verde de Martiricos o incluso conciertos en las instalaciones que diezmaron la calidad y estado del césped. Las consecuencias eran considerables y no mostraba su mejor imagen para la práctica deportiva. Años después y en etapas aun gloriosas, el césped también genero ruido. Para bien y para mal.
Un episodio curioso lo produjo un hongo: el Phytium. Justo tras la salida del gran ‘gurú’ Benito Mateo, fichaje galáctico en la época del jeque, que se marchó a Valencia. Casualidades o no, su baja coincidió con la aparición de este microorganismo que generó más de un dolor de cabeza o incluso quejas públicas de un Manuel Pellegrini que habló sin tapujos del mal estado del terreno de juego: «Es una pista de patinaje».
Ahora ha llegado un maratón de partidos a La Rosaleda aunque el aspecto del verde se encuentra cercano a ser el de una alfombra. El desgaste en estos días será bastante importante tras la pasada cita ante el Levante, el España-Noruega de este sábado y la final ante el Leganés del próximo lunes. Eso sí, una vez que finalice este intensivo, tregua hasta mediados del mes de abril con la futura visita del Cartagena.
