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El 2 de abril es la fecha señalada en el calendario para celebrar la Asamblea de Accionistas del Málaga CF SAD. Así lo fijó el administrador judicial del club, José María Muñoz Jiménez, con una primera convocatoria a las 12 del mediodía y una segunda, en caso de no poder celebrarse, un día después.
Pero la situación de estado de alarma en la que se encuentra sumido el país, así como la comunicación por parte del club de la suspensión de los servicios mínimos, incluso telemáticos, ha provocado que surjan dudas en torno a si se podrá llevar a cabo esa cita el día previsto. Una reunión en la que, entre otras cosas, se tendría que dar luz verde, si procede, claro está, a las cuentas del club. Esas en las que se demuestra que los Al Thani deben 7,3 millones de euros a la sociedad malaguista.
ORDEN DEL DÍA
El orden del día es el siguiente:
Primero. -: Examen y aprobación, si procede, de las Cuentas Anuales del ejercicio comprendido en el periodo 1 de julio 2018 a 30 de junio 2019, formadas por el Balance de Situación, la cuenta de Pérdidas y Ganancias, la Memoria, el Estado de Cambios en el Patrimonio Neto y el Estado de Flujos de Efectivo.
Segundo.– Aprobación de la gestión del Consejo de Administración correspondiente al ejercicio comprendido en el periodo 1 de julio 2018 a 30 de junio 2019.
Tercero.- Aplicación, si procede, del resultado del ejercicio.
Cuarto.- Delegación de facultades.
Quinto.- Ruegos y preguntas.
Sexto.- Lectura y aprobación del acta.
En cumplimiento de lo previsto en los artículos 197, 272 y 287 de la Ley de Sociedades de Capital: (i) en el domicilio social se encuentran a disposición de los señores accionistas los siguientes documentos: las Cuentas Anuales de la Sociedad correspondientes al ejercicio social comprendido entre el 1 de julio 2018 y el 30 de junio 2019, el Informe de Gestión, y el informe del auditor de cuentas. Los accionistas pueden solicitar a la Sociedad la entrega o envío gratuito de todos estos documentos precedentes, que igualmente podrán ser consultados en la sede social.
La Rosaleda, desde una de sus esquinas