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SIMEONE, UNA VERGÜENZA PARA EL FÚTBOL

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Habrá cambiado la historia del Atlético de Madrid y quedarán por ello sus años como entrenador colchonero reflejados en las páginas de oro del club. Habrá logrado cambiar el calificativo de Pupas por el de Glorioso y por ello Simeone será considerado casi un Dios para la parroquia rojiblanca.

 

Pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Porque el Cholo también pasará a la historia como todo lo contrario a un ejemplo de deportista. El Simeone jugador, sin demasiada calidad en sus botas, fue un futbolista canchero, como dicen en Argentina, o marrullero y guarro como vulgarmente se califica su estilo en España. Si preguntamos a los aficionados neutrales qué acción de Simeone se recuerda más cuando estaba en activo seguro que gana, y con diferencia, el terrible pisotón a Julen Guerrero, quien todavía tiene las cicatrices de las botas del mediocampista argentino en su pierna derecha.

 

Una cosa es ir al límite del reglamento, como hace ir a sus jugadores ahora que dirige desde el banquillo, y otra es abusar del mismo, burlarse de él y, por extensión, de los rivales y del propio deporte que lo ha encumbrado a la gloria. No vale ganar de cualquier manera, no. Y menos para un supuesto club grande al que ha dejado por los suelos, ensuciando su imagen. 

 

Ante el Málaga, el Cholo volvió a mostrar su faceta más antideportiva. En un saque de banda en el que los malaguistas pillaron a contrapié a su defensa, no dudó un instante en ordenar a un recogepelotas que tirase un balón para detener la jugada. Es obvio, y no ofrece ninguna duda que, primero, el técnico hizo el gesto al chaval; y segundo, que era algo ya planeado con antelación, puede que con todos los recogepelotas, porque la reacción al mandato fue instantánea.

 

Lo peor es que Simeone nos toma a todos por tontos. Y encima se descojona en nuestras narices. No hace falta reírse a carcajadas. Eso seguro que lo deja para la intimidad. Pero negar la evidencia tras el partido y responsabilizar al niño de haber tomado la iniciativa de semejante acto es una falta de respeto al Málaga que no se soluciona con tres partidos de sanción y una multa de 30.000 euros. Con perdón, eso se lo pasa por el forro. A la vista está ante la vergonzosa ausencia de disculpas.

Así que Diego Pablo Simeone podrá ser un Top 5 mundial de entrenadores. Ahora, como deportista es un Top Basura que merece el mismo respeto que él tuvo con su rival de ayer y con su deporte, es decir, ninguno. De vergüenza.

 

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