NO MERECEMOS ESTO…

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Más de tres mil malaguistas viajaron a Granada cargados de ilusión y esperanza. Con el anhelo de ver al equipo alcanzar una victoria que hubiera acercado el ascenso de forma irrevocable. Pese a la previsión de lluvia, el frío nazarí que te calaba hasta los huesos y un juego aburrido que no invitaba al optimismo, nada frenó las ansías de triunfo del aficionado malaguista. 

 

Por contra, estaba la plantilla y su entrenador que rebajaron las expectativas desde el primer minuto de preparación del partido. Lo que a todas luces era una final, para el club blanquiazul era un encuentro más de los diez que restaban antes de que empezará esta jornada. Con esa actitud llegaron al estadio granadino 45 minutos más tarde que hubiera comenzado el partido. Con un gol en contra que heló el corazón de la afición boquerona, que revivía los fantasmas del pasado más reciente, viendo a un equipo salir al césped sin alma, sin pasión, sin competitividad. 

 

No fui al partido, no tuve ese “ingrato placer” pero mi enfado es similar al de los 3000 que viajaron el sábado, porque entre ellos había muchos amigos que sí estuvieron y me contaron la vicisitudes pasadas durante el viaje, por la climatología, por la seguridad del Granada y por la imagen dada por el equipo. 

 

Sinceramente no sé que me indigna más, si que le equipo salga sin actitud, sin ambición en todos los partidos o que después de cada una de las vergonzosas actuaciones no haya un mínimo de autocrítica o un pedir perdón a los aficionados por la tortura psicológica que a día de hoy es ver cualquier partido del Málaga. Pero lejos de ello, se recurre a los tópicos de siempre de la igualdad de la competición, a la duración o al manido “mientras hay vida hay esperanza”, que, aunque sirvan como excusas perfectas para atenuar responsabilidades, acentúa el escarnio de la afición.

 

Y yo me pregunto: ¿Hasta cuánto más debemos aguantar? ¿Cuánto va tardar la afición en despertar y mostrar su disconformidad ante determinadas actitudes?