OTRO DESASTRE DEL UNICAJA EN CASA (64-82)

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Díaz lucha con Randolph por un balón. Por los suelos acabó el Unicaja || euroleague.net

@SuarezRMarca | La depresión es de caballo y el enfermo, el Unicaja, está a punto de ser trasladado a cuidados intensivos porque ya no es capaz de recuperarse por sí solo. Urgen cambios ya porque la temporada amenaza con acabarse en las próximas semanas. Hay jugadores que no están y, por desgracia, no se les espera. Ni Copa del Rey ni Euroliga. Porque perder otra vez en casa, y ya van 2 de 4 en el Top16, es sinónimo de que lo que se daba se acabó.

 

Es lo que ocurre cuando sólo Kuzminskas (16 puntos) sabe meterla y cuando sólo Alberto Díaz y Dani Díez le ponen un poco de criterio a la dirección y al ataque. El resto, ni fu ni fa. Y así te gana cualquiera. Si además el rival es bueno y te cose a triples, la derrota está asegurada. El Lokomotiv sólo tuvo que apretar los dientes en el tercer cuarto, con cierta permisividad arbitral durante todo el encuentro, para abrir hueco en el marcador. 26 puntos anotó en ese parcial. Delaney, con 21 tantos, y Randolph, con 16, maniataron a los malagueños.

 

Plaza ya no sabía ni a quién mirar ni a quién protestar. Jackson se fue con 11 puntos, pero se convierte en una rémora cuando soba la pelota 15 segundos por ataque; Nelson metió 5 puntos al inicio pero hizo dos faltas y desapareció; Thomas estuvo horrible bajo tableros (0/4 en T2); Smith, peor aún (1/7) y eso que se supone que es un tirador); Suárez se fue sin anotar y con 2 rebotes; y de Fran Vázquez mejor ni hablar otra vez. Cierto es que hasta 7 jugadores han sufrido fiebre esta semana, que hasta Cooley ha tenido una arritmia, pero ni cuando han estado sanos han rendido como deben. 

Ni siquiera los últimos minutos del choque sirvieron para que se maquillara el resultado y se pudiera mantener cierta esperanza de remontar el basket average. Este Unicaja pinta muy mal, sin soluciones en la cancha y sin soluciones en un banquillo donde Plaza tampoco está brillando, en absoluto. El Top8 ya es una quimera, posible aún por las matemáticas pero utópico por las nefastas sensaciones que deja el Unicaja en la pista.

 

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