@Pedromartinper | Desaparecido y olvidado. De estar en el estrellato a estrellarse en cuestión de meses. De ser el jugador revelación del equipo a no estar ni entre las opciones para saltar al terreno de juego. Todo esto le ha sucedido a Jack Harper, que ha tenido una montaña rusa por temporada. El escocés aprovechó la oportunidad que le brindó Juan Ramón López Muñiz en verano, y se ganó un puesto en la primera plantilla.
Y sorprendió. Sorprendió porque no tardó en ganarse a la hinchada malaguista con sus goles, pero, sobre todo, con la raza y corazón con el que disputaba los encuentros. En la racha obtenida a principio de campaña, Harper tuvo gran culpa para que el equipo encadenase victoria tras victoria. Sus goles dieron alas a un equipo que iba en vuelo chárter, pero que empezó a descender hasta un punto donde parecía que no habría retorno. En esa bajada cuesta abajo, el delantero fue el peor parado. Las lesiones y el coqueteo con el Getafe fueron motivos suficientes para que dejase de entrar en dinámica.
Pero si se le complicó la “existencia” con Muñiz, tras el cambio de entrenador, donde partía de cero como el resto del equipo, la puesta en escena de Harper ha sido nula en estos cuatro partidos de la era Víctor Sánchez del Amo: ningún minuto ante Alcorcón, Cádiz y Oviedo, y en las gradas contra el Mallorca. Además, la recuperación de Koné, la inminente vuelta de Pacheco y las grandes actuaciones de Ontiveros y Renato complican en exceso el regreso del escocés a los terrenos de juego, aunque el timón de la situación está en las manos del entrenador.
